m - DSpace CEU

portancia, la de Dupont, á la que el mayor general
daba el primer lugar en aquellos momentos por ser
la única de que se esperasen buenos resultados, se
mostraba tan oscura que no podia menos de infundir
los más siniestros recelos.
No hay más que leer la correspondencia de José
á su hermano para comprender el estado tristísimo
en que se hallaba el ánimo del Pretendiente desde el
dia mismo de su entrada en Madrid. «Cincuenta mil
»hombres y 50 millones de francos inmediatamente:»
esta es la frase que sobresale en todos los despachos
dirigidos al Emperador. La deserción de los soldados,
oficiales y generales con quienes creia poder contar,
y la de las personas más caracterizadas de la corte,
aun de las que le habian acompañado de Bayona; la
injustificable conducta de algunos de los generales
franceses, y especialmecte la de Caulaincourt en
Cuenca; y el entusiasmo creciente en los habitantes
con los rumores que empezaban á circular sobre los
sucesos de Andalucía, son el tema de todas las cartas,
como debían ser el de todos los pensamientos
del intruso.
Preocupado, así, y lleno de temores y disgusto,
sin más satisfacción que la de haber acertado en
sus tristes augurios y en la necesidad de prontos y
poderosos refuerzos si la gloria de Napoleón no habia
de oscurecerse en España, principiaron á llegarle
el 26 noticias de Andalucía, y el 28, por fin, la de
que los tres dias de fiestas é iluminaciones con que
se habia celebrado su entrada en Madrid eran los de
angustia, de duelo y de vergüenza en que se ajustó
la capitulación de Bailen.