m - DSpace CEU

su parte, en el cual manifiesta que la de los heridos
se elevaba á 800 ó 900, entre quienes se contaban él
y los generales Lefebvre y Bazancourt. Thiers se
muestra conforme con este número, y dice ser de
unos 300 el de los muertos; añadiendo que «los dos
»regimientos 14.° y 44." de línea, habian creído vol-
»ver á encontrar en las calles de Zaragoza el fuego
»de fusilería que en Eylau.» Quien tenga idea de lo
que eran los boletines franceses, comprenderá la
dificultad de conocer exactamente las pérdidas de
sus ejércitos en la guerra; pero las de aquel dia debieron
ser más importantes que las arriba estampadas
cuando las columnas se detuvieron en su marcha
arrebatada por las calles de la ciudad, después
de invadida tan felizmente (1).
Mayor es todavía la dificultad de averiguar las
bajas de los españoles. Si las de los zaragozanos se
podían justificar, no así las de los forasteros y méncs
las de las tropas que tuvieron una participación tan
honrosa en la jornada. En los primeros ataques de-
»oir por todas partes, parecía anunciar la agonía de Zaragoza. En
»fin, después de siete horas de combate el más obstinado, sobrefino
la noche é hizo cesar el fuego.»
No puede darse expresión más acorde en unos y otros de los
historiadoaes de aquella acción.
Verdier en su parte dice que en su vida habia visto granizada
de balas como la de aquel dia.
Para dar á conocer la índole de aquella lucha dividida en cien
parciales é infinitas puramente personales, insertamos como apéndice
y en el que lleva el núm. 10 una exposición de hechos notables
ejecutados por José Monclus, cabo l.° de una de las compañías de
fusileros con las certificaciones de cada uno de los jefes que los
presenciaron y dan testimonio así de ellos.
Es documento sumamente curioso, y uno de los muchísimos
de ese género que encierra el archivo inapreciable del señor duque
de Zaragoza.
(