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á cada momento más precaria y era de esperar que muy ses en Anpronto
seria insostenible. A los efectos del calor que du
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ya se dejaba sentir con la fuerza natural en aquellos
lugares, hasta entibiar las aguas del Guadalquivir;
á la falta de molinos en que preparar el pan, por no
existir en las inmediaciones más que uno que muy
pronto irian á disputárselo nuestros compatriotas, y
al carácter de gravedad que por esas mismas causas
y por la falta de una ración abundante, sana y metódicamente
repartida tomaban al instante las enfermedades
y heridas en la tropa, se anadia la carencia
de noticias del interior de la Península, con el
que ya no habia comunicación de ninguna clase.
Era un aislamiento completo el en que habia colocado
á los franceses la sublevación de los pueblos en
la Mancha y en la comarca toda que pisaban; y ni
Dupont recibía un pliego que pudiera inspirarle alguna
esperanza, ni las autoridades de Madrid podían
conocer la posición que ocupaba ni el estado en que
se encontraría el ejército francés. Soldados y oficiales
sufrían, sin embargo, con resignación las privaciones
y penalidades. Con lo que no podían conformarse
era con retroceder ante un enemigo que se jactaban
de despreciar; mucho menos cuando, creyéndolos
en Madrid y Bayona invencibles, los supondrían
triunfantes en Sevilla y la isla Gaditana.
No era exacta esta conjetura. A Murat, como al Murat y des-
e s S a v a
Emperador , preocupaba sobre manera el misterio P"
que cubría las operaciones y la suerte del general T
Dupont desde su entrada en Córdoba. Las esperanzas
que ambos abrigaran respecto á la adhesión del general
Castaños al nuevo orden de cosas establecido
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