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yar un movimiento retrógrado, si se veia en el caso
de realizarlo á la vista del enemigo. La mayor
parte de las tropas, cuyo tránsito en la barca hubiera
sido demasiado lento y peligroso, cruzó el rio
por el vado del Rincón, 3 kilómetros agua arriba del
punto en que se hallaba amarrada aquella.
Los franceses, distraídos un momento con el fuego
de la artillería que habia quedado en la orilla izquierda,
al ver nuestros batallones en la derecha, se
prepararon inmediatamente á defender los atrincheramientos
y el reducto que dias antes habian levantado
para sostener la excelente posición que se alza
en frente de Menjivar. Las fuerzas eran muy desiguales;
y los españoles, después de un fuerte cañoneo
que causó bastantes bajas á los franceses, aunque
no impunemente, atacaron el campamento enemigo
y se apoderaron en un abrir y cerrar de ojos
de todas sus obras. Liger-Belair emprendió entonces
su retirada con mucho orden y tan lentamente, que
á poco más de un tiro de fusil á retaguardia y sobre
el camino de Bailen, tomó nuevas posiciones en que
esperar los socorros que desde el primer instante de
la acción habia solicitado.
No fué, empero, sin que nuestros soldados, y especialmente
la caballería, hostigasen su retaguardia
incesantemente y con la mayor furia. Los lanceros
de Utrera y de Jerez y algunos ginetes de los de
Farnesio, dirigidos por el capitán D. Miguel Cherif,
dieron una carga brillante, aunque siu fortuna, pues
quedó mortalmente herido en ella su valeroso jefe,
nieto de los Cherifes de Tafilete acogidos á la
protección española en tiempo de Carlos III, y