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litares que fueron paseados triunfalmente por la
ciudad. (1) Las de los zaragozanos se redujeron á 300
hombres, la mayor parte heridos, entre los cuales
algunos de los jefes y oficiales que voluntariamente
habian tomado parte en el combate.
Efecto de la La acción de las Eras, con cuyo nombre es coaccion
d«< n o cj ci a ¿» ¡5 ¿e Junio, por haber sido las llámalas
Eras.
das del Rey, entre las puertas del Carmen y del Portillo,
el teatro principal de la lucha, puede considerarse
como el prólogo de ia defensa que inmortalizó
á la ciudad aragonesa. (2)
Un nuevo nombre, el de Zaragoza, se anuncia
desde aquel dia á aquellos de nuestros compatriotas
que, al escuchar los de Astapa y Numancia y Calahorra,
sienten conmoverse dentro del pecho las fibras
todas del patriotismo español. La generación presente
lo repetirá con orgullo, y las futuras buscarán
en su recuerdo el resorte más vigoroso para hacer
saltar las chispas de la ira nacional provocada por
la ambición del extranjero.
(1) Entre esos trofeos debe contarse una bandera, puesto que
existe un oficio de D. Antonio Alcoberro, capitán de una compañía
suelta, pidiendo al Expethor General 'sic) que le dejen en su compañía
á Narciso Laabadia que le ayudo en el ataque del dia 15, «no
sólo, dice, en la bandera francesa que hoqupé, sino también que
me auxilió para ber donde se habian rretirado los franceses después
del ataque.» (Archivo del Sr. Duque de Zaragoza.)
(2) Belmas y Victorias y Conquistas refieren, aunque muy sucintamente
la acción de las Eras. Thiers, tan imparcial como siempre,
la relata del modo siguiente: «Asi desde que el general Le-
»febvre apareció ante sus murallas (las de Zaragoza) con su peque-
Ȗa fuerza, la vio llena hasta en los tejados de una inmensa pobla-
»cion de furiosos y oyó partir de todas partes una granizada
"increíble de balas. Fuéle necesario detenerse, porque su principal
«fuerza consistía en caballería y no llevaba más artillería que 6
«piezas de á cuatro.»