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vicios para vengar el ultraje inferido á nuestros soberanos
y á la nación entera. Persona de grandes
antecedentes en la carrera de las armas, acreditados
gloriosamente en la guerra de la República, era, á
la vez que enérgico, cortés y conciliador aun con
sus mismos subordinados. Así que, aun revestido
con amplias facultades para dirigir la junta de Córdoba
y tomar el mando de las armas en toda la provincia,
dejó el de los cuerpos que se organizaban á
Eohávarri, comprendiendo que no era justo arrebatárselo
á quien tanto se habia afanado en su formación
y tantos y tan justos títulos habia adquirido á
la estimación de los cordobeses. No podían calcularse
por los deberes de la disciplina los que imponían
momentos tan críticos y condiciones tan extraordinarias
como las que supone el estado de la Península
en aquellos dias; y la resolución de Venegas
fué, por lo mismo, considerada como la más pruden
te, vistas las circunstancias del momento y el prestigio
de Echávarri cuando ya iba éste dirigiendo á
la sierra algunos escopeteros y tiradores que molestasen
á los franceses en su tránsito á la provincia, y
se preparaba á disputarles la entrada en la capital.
Tropas reuní- Con las credenciales de Venegas salieron de Se­
das en cor- Yilla las órdenes para que la 3. 8
división de granaduba
" deros provinciales y el batallón de Campo Mayor,
que se encontraban en Ronda desde su regreso de
Portugal, fuesen forzando sus marchas á servir de
base y á dar consistencia al ejército que habia empezado
á organizarse en Córdoba. Se enviaron, además,
ocho piezas de artillería de campaña de los calibres
de á 4 y 8 y cuantos pertrechos se creyó ne-