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cumplimiento exigía ya la situación de Zaragoza, se
resolvió, cuando vio á los franceses dentro del recinto,
á impulsar por sí mismo la entrada de los socorros
necesarios para prolongar la defensa. Tan cerca
los consideraba yá que no entregó el mando y se
hizo acompañar de una gran parte de la caballería
para, rompiendo la línea del bloqueo, abrirles el camino,
según habia prometido á su jefe en una de sus
comunicaciones del dia anterior.
Bañuelos tenia el 4 por la mañana preparada su
columna y dispuesto el convoy que debia introducir
en Zaragoza; pero los avisos contradictorios que recibía,
le mantuvieron perplejo, y en la mayor ansiedad,
cuando el edecán de Palafox, D. Emeterio Barredo,
le llevó la orden de avanzar y noticias de la
ciudad y de la salida del capitán general. Al poco
tiempo estaba la columna en Osera, donde ya habia
llegado Palafox con su hermano D. Francisco á quienes
poco después fué también á unirse el marqués
de Lazan que, arrastrado por los defensores del Coso
en la fuga que habia producido la primera y enérgica
irrupción de los franceses en aquella anchurosa
vía, creyó deber, como el 15 de Junio, acompañar a
su hermano.
¿Qué pasaba, entretanto, en Zaragoza? Reacción que
Al primer pánico habia sucedido una reacción, se opera en
tanto más violenta cuanto mayor y más honda fuera
la sensación y más bochornosos los efectos del terror
ante la devastadora acción de las armas francesas.
Los que, menos impresionados, alzaban la voz
animando á los fugitivos á volver á la pelea, habian
logrado detener á algunos en la marcha vertiginosa
TOMO II. 26
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