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procurárselos fuera de la línea del camino, y sólo la
caballería se salia de él con el objeto de que la división
marchara tranquila respecto á los flancos, que
creia amenazados por la insurrección que, le decían,
iba por ellos extendiéndose. El dia 25 supo, al fin,
con certeza que se trataba de disputarle el paso de
Sierra-Morena, en el que, sin embargo, no necesitó
desplegar grandes esfuerzos para inslalarse la mañana
siguiente en Santa Elena. Hallábase interceptado
el camino por algunas cortaduras defendidas
con cuatro piezas antiguas que se habian llevado del
Viso del Marqués, Villacarrillo y Saviote y unos
2.000 hombres, todos paisanos, cuya mayor parte
campaban en el Peñón del Panadero, próximo á Las
Correderas. Todo lo arrolló Vedel en un abrir y cerrar
de ojos, y aquellas bandas indisciplinas y sin
consistencia fueron á acogerse á los montes de la
Sierra, para el dia siguiente volver de nuevo á vigilar
y cubrir las sombrías angosturas de que acababan
de desalojarlas. Aquel mismo dia encontró Vedel
al general Roize que habia al fin logrado salvar
aquellos montes, y al siguiente se le incorporó Baste
con los marinos de la Guardia, acantonados en La
Carolina para establecer la comunicación entre las
partes todas del ejército.
Queda ¡neo- ¿Lo quedaba por eso con Madrid? Ni por un mo-
m única do mentó. El mismo general Vedel, al participar á
c o n M a d n d
- Dupont su llegada á Santa Elena, dejaba traslucir
sus dudas sobre ello, reconociendo el estado de insurrección
en que se encontraba la Mancha. «El con-
»voy de galleta, destinado á esas tropas, le decia en
»carta del 27, ha sido interceptado en parte por los