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»no emprender nada superior á los medios que ten-
»gais: en cuanto á refuerzos, ya sabéis donde están
»los que os podría enviar; no os pongáis, de consiguiente,
en el caso de necesitarlos antes de que os
»puedan llegar. Haced de manera que podáis esperar
»la llegada del Rey; esparcid la voz de su marcha,
»que yo apresuraré; y después dejad obrar á los españoles,
representando el papel de mero espectador,
sin olvidaros, empero, de asegurar la exactitud
y la rapidez de vuestras comunicaciones, asun-
»to capital, sea queja insurrección haga progresos,
»sea que se calme. Lo primero de todo, es propor-
»cionarse buenas noticias.» (1)
No debió satisfacer á Savary el estado en que halló
la capital. Si sombríos le parecieron los semblantes
de los españoles, no menos inquietos y recelosos
observó los de sus compatriotas y cainaradas. Instalado
con el estado mayor en el palacio real, á cuya
inmediación se encontraban casi todos los establecimientos
más importantes del ejército, hizo fortificar
el Retiro y llevó al vasto recinto con que se circuyó
la fábrica de porcelana, los depósitos de municiones
de guerra y boca, los de tropas que existían en Madrid,
el personal todo de administración; en fin,
cuanto no era necesario en los cuarteles, á los que,
por otra parte, consignó los jefes y oficiales de los
cuerpos que los ocupaban.
Tranquilo respecto á la capital, el duque de Róbigo
dirigió toda su atención á los ejércitos que operaban
en Valencia y Andalucía, cuyo aislamiento le
(í) Memorias del duque de Róbigo.