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agresión de que era objeto la patria, veia á sus pies
las águilas que se habian cernido victoriosas sobre
las demás naciones del continente de Europa. El
Rayo del Norte, como se permitía llamar el general
Dupont, rendia la espada cuyo fulgor habia hecho
temblar á los habitantes del Danubio y del Vístula;
y la infantería que en Austerlitz se habia declarado
la primera del mundo, la artillería que hacia quince
años iba aterrando con sus huracanes de hierro las
columnas más robustas, y aquellos dragones y coraceros
que llevaban el espanto por doquier aparecían,
quedaban en Bailen envueltos en polvo ó aherrojadas
las manos. La fama de tanta humillación encendería
en el alma del orgulloso César la ira en que
se abrasaban los avaros y crueles delegados de Roma
al conocer sus derrotas; pero, al revés de en aquella
época de desunión y de discordias intestinas, las represalias
del vencimiento iban á ser castigadas ahora
con nuevos reveses y la expulsión, por fin, de los
ejércitos hasta entonces invencibles del Emperador.
En Bailen se habia roto el eslabón más robusto de la
grave cadena que iba á constituir el nuevo imperio
de Occidente, y España salvaba á la Europa entera
de una dominación que, como universal, no podría
menos de hacerse despótica y humillante.
¿Cuáles eran las causas de desastre tan bochornoso?
Vamos á examinarlas con el detenimiento posible
y con la mayor imparcialidad.
Que se invadió la Andalucía con fuerza inferior á
la que debia suponerse como necesaria para una empresa
en territorio tan extenso, en que se iban á ocupar
ciudades tan importantes como Sevilla y plazas