m - DSpace CEU

siempre por los nuestros al apoyo de la artillería y
de los batallones de Asturias. La reserva, en fin,
desembarazada del todo de los granaderos gallegos
que tan mal parada la habian traído, revolvía sus
cañones para continuar el fuego y preparar el ataque
simultáneo á que se disponía el ejército entero
del mariscal Bessiéres contra el exiguo y bisoño de
los castellanos.
Ante combinación táctica tan formidable, y viéndose
yá á las manos con tanto infante y caballo como
se dirigían á él de toda la línea francesa, el general
Cuesta se creyó, dice en su Manifiesto, «precisado
á retirarse y á dar orden para que hiciesen
»lo mismo la artillería, caballería é infantería de to-
»da la izquierda que resistía ya inútilmente al enemi-
»go apoderado de las alturas.»
Mas no era fácil retroceder en orden ante enemigos
como los franceses; y los reclutas de Cuesta,
viéndose, acosados por la caballería imperial que empezó
inmediatamente la persecución, se entregaron
muy pronto al desaliento y á la fuga. El general
Cuesta encontró en Rioseco á Blake esforzándose en
contener la retirada de sus tropas con el batallón de
Navarra que, después de haber evacuado el páramo
de Valdecuevas, seguía deteniendo á los soldados
de Sabattier en las cercas y viñedos que accidentan
la llanura próxima á la ciudad.
Viendo los dos generales lo infructuoso de todo
esfuerzo ulterior, tornaron el camino de Benavente
y de León; Blake para reunirse allí y en El Vierzo
con las divisiones que habia dejado en previsión de
un revés como el que acababa de sufrir, y Cuesta