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visión y formaban á vanguardia, tuvieron pronto
que ceder terreno á los franceses y retirarse á la
línea de batalla que, al solo aspecto de aquel movimiento
y al del que con la mayor rapidez operaba el
enemigo á pesar de la metralla con que nuestra artillería
trataba de cubrir sus filas, se rompió totalmente,
penetrando en Mallen los cuerpos que la
formaban con una precipitación y en un desorden
fáciles, por desgracia, de comprender en aquellas
tropas. En vano el marqués de Lazan y muchos oficiales
trataron con su voz y ejemplo de llevarlos
de nuevo al combate, de mantenerlos, siquiera, en
la población; los paisanos, viendo que una columna
francesa marchaba como resuelta á cortarles la retirada
por la derecha de Mallen mientras los lanceros
polacos se corrían por la izquierda con igual intento,
se entregaron á la fuga más desordenada, y su general
tuvo que retirarse á Gallur y poco después
cruzar el Ebro por Alcalá, único camino de salvación
que ya le quedara. Su hermano D. Francisco,
al escuchar la refriega, acudió en auxilio de los de
Mallen, ganando unos cerros que dominan el pueblo;
pero supo el desastre y tuvo que emprender la
retirada á Calatayud por caminos apartados y escabrosos.
Las pérdidas de los españoles fueron de consideración,
entregados, como se vieron por largo espacio,
á la furia de los polacos que á mansalva los
fueron lanceando hasta cerca de Gallur, á donde
llegaron á acojerse algunos restos de la completamente
desorganizada división del marqués de Lazan.
Pero uno de los rasgos característicos de la na-