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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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dio a Enzo otro cigarrillo y reparó en que las manos del panadero estaban<br />

temblando. Lo más sorprendente fue comprobar que las suyas seguían firmes.<br />

Siguieron fumando hasta que, pasados unos diez minutos, el silencio de la<br />

noche fue roto por la estridente sirena de un coche de la policía. Desde la<br />

Novena Avenida, un coche patrulla entró a toda velocidad por el sendero del<br />

hospital. Otros dos vehículos seguían al primero. De pronto, la entrada del<br />

hospital se llenó de policías de uniforme y agentes de paisano. Michael lanzó<br />

un suspiro de alivio. El buen Sonny había actuado bien. Michael se acercó a<br />

saludar a los recién llegados.<br />

Dos corpulentos agentes le agarraron los brazos, mientras otro le registraba<br />

rápidamente. Acto seguido, un corpulento capitán de la policía, con una placa<br />

dorada en la gorra, se acercó. Sus subordinados se apartaban<br />

respetuosamente para dejarle paso. Era un hombre ágil, muy ágil teniendo en<br />

cuenta su corpulencia y su edad. Tenía las sienes plateadas y el rostro<br />

rubicundo. Se acercó a Michael y le increpó ásperamente.<br />

– Pensaba que ya os había puesto a todos entre rejas. ¿Quién diablos eres y<br />

qué estás haciendo aquí?<br />

Uno de los agentes que sujetaban a Michael intercedió:<br />

– No está implicado, capitán.<br />

Michael permaneció en silencio. Estaba estudiando al capitán.<br />

– Es Michael Corleone, el hijo del Don –dijo un agente de paisano.<br />

– ¿Qué pasó con los agentes que debían estar protegiendo a mi padre? –<br />

preguntó Michael con serenidad–. ¿Quién les ordenó que abandonaran sus<br />

puestos?<br />

El rostro del capitán se encendió de cólera.<br />

– ¿Y quién diablos eres tú para darme órdenes? Fui yo quien les dije que se<br />

marcharan. No me importa que los gángsters se maten los unos a los otros. Si<br />

de mi dependiera, no movería un dedo para proteger la vida de tu padre. Y<br />

ahora márchate inmediatamente, inútil. Y no te acerques por el hospital más<br />

que en horas de visita.<br />

Michael seguía estudiándolo atentamente. No estaba enfadado por lo que el<br />

policía acababa de decir, sino que intentaba pensar con lucidez. ¿Cabía la<br />

posibilidad de que Sollozzo fuera uno de los ocupantes del primer automóvil, y<br />

que le hubiera visto de pie en la entrada del hospital? Sollozzo tal vez había<br />

telefoneado al capitán para decirle: “¿Cómo es posible que los hombres de<br />

Corleone estén todavía en el hospital, a pesar de que le he pagado para que<br />

los encerrara?”. ¿Y si todo había sido cuidadosamente planeado, como había<br />

dicho Sonny? Las piezas encajaban. Con voz todavía tranquila, dijo al capitán:<br />

– No voy a salir del hospital hasta que ponga guardias en la puerta de la<br />

habitación de mi padre. El capitán no se molestó en responder.

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