Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Bien. De cualquier modo, por lo menos ahora sabemos qué vamos a hacer – dijo.
11 El capitán McCluskey estaba sentado en su oficina. Entre sus manos tenía tres abultados sobres llenos de boletos de apuestas. Estaba de mal humor, pues quería descifrar las anotaciones de los boletos. Era muy importante hacerlo. Los sobres contenían los boletos que sus hombres habían requisado la noche antes a uno de los corredores de apuestas de la familia Corleone. Ahora el corredor de apuestas tendría que volver a comprar los boletos, pues de lo contrario los apostadores podrían pretender haber ganado, todos, algún premio. Y el corredor, sin tener los boletos en su poder, no podría comprobar quiénes habían ganado y quiénes no. Para el capitán era muy importante descifrar los boletos; no quería ser estafado cuando los revendiera al corredor de apuestas. Si los boletos valían cincuenta mil dólares, por ejemplo, tal vez podría sacar cinco mil. Pero si las apuestas habían sido fuertes y los boletos representaban un total de cien o doscientos mil dólares, entonces el precio sería considerablemente más alto. McCluskey se entretuvo un poco pensando en los sobres hasta que, finalmente, decidió dejar que el corredor de apuestas le hiciera una oferta. Sí, decididamente, sería la mejor manera de conocer su verdadero precio. McCluskey miró el reloj de su oficina. Era la hora convenida para ir a recoger a aquel grasiento Turco, Sollozzo, y llevarlo al lugar donde debía encontrarse con la familia Corleone. McCluskey fue a su guardarropa y empezó a vestirse de paisano. Cuando hubo terminado, llamó a su esposa y le dijo que no le esperara para cenar, ya que tenía trabajo. Nunca le hablaba de sus negocios, no confiaba en ella. La mujer creía que vivían de su sueldo de policía. Al pensar en ello, McCluskey esbozó una sonrisa. Su madre había creído lo mismo, aunque no tardó en averiguar la verdad. Y es que el “oficio” se lo había enseñado su difunto padre. El padre del capitán había sido sargento de la policía, y cada semana llevaba a su hijo a dar un paseo por el distrito. El sargento McCluskey decía a los tenderos: “Éste es mi muchacho”, y ellos le estrechaban la mano, para luego hacerle algún pequeño regalo: cinco o diez dólares por regla general. Al final del día, los bolsillos del pequeño McCluskey estaban repletos de billetes. El chico estaba convencido de que los amigos de su padre le apreciaban tanto, que decidían regalarle billetes cada vez que ambos iban a verlos. Por supuesto, su padre le ingresaba el dinero en el banco, para poder pagar su educación, y le daba cincuenta centavos cada semana para sus gastos. Luego, cuando el pequeño Mark volvía a casa y sus tíos, también policías, le preguntaban qué querría ser de mayor, invariablemente contestaba: “Policía”, y todos se reían de la ingenuidad del muchacho. Años después, y a pesar de que su padre quería que pasara por la universidad, Mark ingresó en la academia de la policía una vez finalizados los estudios secundarios. Había sido un buen agente, y además valiente. Los jóvenes delincuentes que aterrorizaban las esquinas de las calles huían cuando él se aproximaba, pues sabían que pegaba fuerte con su porra. Era muy duro, pero también muy sensible. Nunca llevaba a su hijo a visitar a los comerciantes cuando pasaba a
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El Padrino Mario Puzo “Detrás de
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Por la garganta de Bonasera subió
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El panadero Nazorine, un hombre reg
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hoyuelo en el centro, resultaba cas
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Mientras Don Corleone recibía efus
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cantar una obscena canción sicilia
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- No a nuestro paesano -respondió
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Una vez en presencia del Don, el te
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- ¡Dios mío! -había exclamado Sa
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Estaba temblando y su rostro, por l
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- Has pedido más. Tu hija está vi
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final de cada estrofa coreaban las
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- ¿Y por qué te odia? -preguntó
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Hagen y Johnny sonrieron ante la de
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opinión general, para haber adquir
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Don Corleone se encargó personalme
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La esposa y las tres hijas de Genco
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- Padrino, Padrino, sálvame de la
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El empleado del hotel miró fríame
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la Familia no era en calidad de tal
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instrucciones de Don Corleone, Hage
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presentara a usted algún otro pequ
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había hecho el viaje en su avión
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Woltz inclinó respetuosamente la c
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azules ya no brillaban, y Hagen not
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cuerpos. Gatto echó una mirada al
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llamarle. Él, Amerigo Bonasera, da
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idea. ¿Sería el hazmerreír de Ca
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llega a ser mayor que el nuestro, a
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- Si usted considera que dos millon
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había contado a Hagen. Ahora éste
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- Cuando estemos casados ¿me pegar
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automóvil. Llamó a la oficina de
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dormitorio y esperó. Supo que Clem
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siquiera trataba de ocultar. Sus ce
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Un hombre realmente poderoso no hub
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Naturalmente, existían algunas raz
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en el almacén vacío, lo atravesó
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Lo que siguió fue inevitable. Una
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- Aquí tiene el aumento de seis me
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encargaban de resolver el problema:
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de reincorporarse al trabajo. A tal
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extendía más allá de los límite
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No añadió que el hecho de que hub
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vista el mundo que rodeaba al suyo
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El segundo incidente tuvo repercusi
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CUARTA PARTE
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- Bueno, eso depende de Kay, supong
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- ¿Sí, caballeros? Al no obtener
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En la sala de estar, Tom le sirvió
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16 Carlo Rizzi estaba profundamente
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- De acuerdo, pero hoy regresaré t
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hermana estaría sola. No hubo resp
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Ninguno de los partidos del domingo
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- Antes de que mis hombres se ponga
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conseguido la libertad. Y así es c
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- Tal vez se estén quietos - avent
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18 Amerigo Bonasera vivía en la ca
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- Sí. - Eso significa que, gracias
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movió casi imperceptiblemente su s
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estaba continuamente de mal humor,
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- Maldita zorra, limpia esto ensegu
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algún problema, en un compartimien
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timidez y cobardía de las Cinco Fa
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Hagen temía lo que pudiese ocurrir
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detuvo delante de él. Le dio un go
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20 La muerte de Santino Corleone fu
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que sabían que no podían competir
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convirtiéndose en multimillonario
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que nunca había querido saber nada
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- Quiero darles a todos las gracias
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asunto de las drogas será, en el f
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- He dado mi conformidad a todo cua
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favor por haber protegido a Freddie
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- A partir de ahora iré dejando lo
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que podamos, pero si utilizan a un
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21 Pasaría cerca de un año antes
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22 Había pasado un año de la muer
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- Es que de mayor cambió mucho; ya
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- Ahora voy a golpearle el grano co
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Cuando él hubo terminado, Lucy se
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- Me lo pensaré -dijo Lucy, aunque
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- Gracias, doctor. Si algún día t
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- ¿Es que se considera usted mejor
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sin remedio. Ahora, dígame: ¿quie
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champán, un estuche en el que hab
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El doctor Taza medía un metro oche
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Los dos pastores guardaespaldas lle
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pastor, que se llamaba Fabrizzio, n
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Michael estaba tan anonadado que se
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Cuando vio que ambos le prestaban a
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no quiero causarle a usted ningún
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tierra. Nadie le impediría poseer
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doctor Taza. El nuevo matrimonio vi
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capaces de penetrar incluso en aque
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Y trató de entregarle nuevamente l
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más lejos, Fabrizzio iba de un lad
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Kay sintió un vacío en el estóma
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- Lo comprendo, Michael. - Tengo un
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aceite de oliva. Pero ya sabes que
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- No voy a darte más explicaciones
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actuar muy bien. En realidad, Johnn
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- Digamos que se repondrá -contest
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- Jules, querido, no seas tan brusc
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cama, y Jules y Lucy se acercaron t
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- ¿Y qué me importa el éxito, si
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tuviera la suerte de recuperar la v
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27 Michael Corleone llegó a últim
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En sus palabras, sin embargo, flota
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- Nino está muy enfermo -explicó
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Freddie porque se entendía con tod
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Por las mañanas Connie Corleone so
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Pero Connie, la favorita del Don, l
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- Lo siento -dijo Michael-. Mañana
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- Jamás he dudado de ti, Tessio, y
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- Cómo decir “no” -respondió
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palabras de agradecimiento. Le dijo
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incorporarse. Lo levantaron y lo co
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preparándole las bebidas, etc., pa
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- Apostaría cualquier cosa a que s
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OCTAVA PARTE
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- Márchate de inmediato -le dijo N
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Ante la mirada aterrorizada de las
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no lo mataba otro presidiario, ser
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Don Corleone se mostró muy amable,
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Y ahora, finalmente, Albert Neri, s
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Carlo Rizzi se fue a su casa, y una
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hizo fuego. La bala le dio en el pe
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Disparó tres veces contra Barzini,
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hijos, y quiero que permanezcas all
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Michael, con expresión de cansanci
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32 La sangrienta victoria de los Co
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temperatura debía ser agradable, c
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clásico truco de ganarse la confia
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