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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– ¿Qué opinas de ese hombre?<br />

– Es un verdadero siciliano –contestó Hagen, lacónico.<br />

El Don movió pensativamente la cabeza. Luego se volvió hacia su hijo.<br />

– Santino, nunca dejes que los que no pertenecen a la Familia sepan lo que<br />

realmente piensas. Me parece que el sucio asunto que tienes con esa joven te<br />

ha reblandecido el cerebro. Déjate de amoríos y ocúpate de los negocios.<br />

Ahora, apártate de mi vista.<br />

Hagen vio que el rostro de Sonny expresaba sorpresa primero e ira después, y<br />

pensó que tal vez había imaginado que su padre ignoraba lo de Lucy. ¿Y no<br />

era consciente del peligroso error que había cometido? Si eso era cierto,<br />

Hagen nunca desearía ser el consigliere de Santino Corleone, si éste llegara a<br />

ser Don.<br />

Don Corleone esperó a que su hijo saliera de la estancia. Luego se sentó en su<br />

sillón de cuero y pidió una copa. Hagen le sirvió un vaso de anisete. El Don lo<br />

miraba fijamente.<br />

– Dile a Luca Brasi que venga a verme –ordenó.<br />

Tres meses más tarde, estando Hagen en su oficina de la ciudad despachando<br />

rápidamente una serie de documentos rutinarios, pues quería terminar pronto<br />

ya que deseaba acompañar a su esposa y a los niños a hacer algunas compras<br />

navideñas, fue interrumpido por una llamada telefónica. Era Johnny Fontane,<br />

quien por el tono de voz parecía ser completamente feliz. Ya habían terminado<br />

el rodaje y la película sería un éxito. El regalo de Navidad que tenía preparado<br />

para el Don haría que éste cayera de espaldas, pero de momento no podía ir a<br />

traerlo, pues aún faltaba ultimar algunos detalles de la película. Tendría que<br />

permanecer unos días en la Costa Oeste. Hagen trataba de ocultar su<br />

impaciencia. El encanto de Johnny nunca había hecho mella en él. Pero las<br />

palabras de Johnny habían despertado su curiosidad.<br />

– ¿Qué va a ser el regalo?<br />

– No puedo decirlo –contestó Johnny, en tono de broma–. La sorpresa es un<br />

factor importante en los regalos.<br />

Hagen perdió todo interés por el asunto, y luego, con toda cortesía, se las<br />

arregló para colgar casi de inmediato.<br />

Diez minutos más tarde, su secretario le dijo que Connie Corleone estaba al<br />

teléfono y que quería hablar con él. Hagen suspiró. De soltera, Connie había<br />

sido encantadora, pero se había convertido en una verdadera lata. Se quejaba<br />

de su marido, e incluso algunas veces se instalaba por tres o cuatro días en<br />

casa de sus padres... Claro que Carlo Rizzi era una nulidad. Su suegro le había<br />

procurado un negocio que, bien llevado, hubiera permitido al matrimonio vivir<br />

bien. Pero el negocio estaba derrumbándose, y además Carlo bebía, iba con<br />

otras mujeres, jugaba, y, de vez en cuando, pegaba a su esposa. Connie nada<br />

había dicho a sus padres y hermanos respecto a esto último, pero sí se lo

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