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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Sí, desde luego. Ha perdido mucha sangre, pero creo que no está tan mal<br />

como parece –fue la respuesta del policía.<br />

– Gracias. Venga a casa mañana por la mañana. A las ocho en punto. Se ha<br />

ganado usted un billete de mil dólares.<br />

Sonny colgó el auricular. Se dijo que debía mantener la calma a toda costa.<br />

Sabía que la ira era su mayor debilidad, y sabía también que en esos<br />

momentos la ira podía ser fatal. Lo primero era localizar a Tom Hagen. Pero<br />

antes de que tuviera tiempo de descolgar el teléfono, éste sonó. La llamada<br />

procedía del corredor de apuestas autorizado por la Familia para operar en el<br />

distrito de la oficina del Don. Llamaba para informar que el Don había sido<br />

asesinado en la calle. Después de hacerle algunas preguntas, Sonny desechó<br />

la información como inexacta, ya que resultó que el apostador no había visto el<br />

cuerpo del Don. Los informes de Phillips eran, evidentemente, más fiables. El<br />

teléfono volvió a sonar casi inmediatamente. Era un periodista del Daily News.<br />

Tan pronto como el reportero se hubo identificado, Sonny Corleone colgó.<br />

Marcó el número del domicilio de Hagen y preguntó a la esposa:<br />

– ¿Ha llegado ya Tom?<br />

La respuesta fue negativa, si bien la mujer le dijo que seguramente no tardaría<br />

más de veinte minutos, pues le esperaba para la cena.<br />

– Dígale que me llame –concluyó Sonny.<br />

Trató de adivinar lo que había ocurrido. Intentó imaginar cómo hubiera<br />

reaccionado su padre, de hallarse en su lugar. Había sabido inmediatamente<br />

que el atentado era obra de Sollozzo, pero también estaba seguro de que éste<br />

nunca se hubiera atrevido a eliminar a un hombre tan poderoso como el Don a<br />

menos que contara con el respaldo de gente muy poderosa. El teléfono sonó<br />

por cuarta vez, interrumpiendo sus cavilaciones. La voz del otro lado del hilo<br />

era muy suave, muy amable:<br />

– ¿Santino Corleone?<br />

– Sí, soy yo.<br />

– Tenemos a Tom Hagen –dijo la voz–. Dentro de tres horas lo pondremos en<br />

libertad. Él le comunicará nuestras proposiciones. No haga nada hasta haber<br />

hablado con él. Sólo conseguiría crearse problemas. Lo que está hecho, hecho<br />

está. Ahora procede actuar como es debido, sin precipitaciones. No se deje<br />

llevar por su explosivo temperamento.<br />

La voz era ligeramente burlona. Sonny no estaba seguro, pero hubiera jurado<br />

que era la de Sollozzo.<br />

– Esperaré –respondió en un tono premeditadamente triste y abatido.<br />

Cuando su comunicante hubo colgado, Sonny anotó la hora exacta en que se<br />

había producido la llamada.<br />

Se sentó en la mesa de la cocina. Estaba temblando.

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