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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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26<br />

La lujosa suite daba al jardín de la parte posterior del hotel. Las palmeras y las<br />

estrellas se reflejaban en el agua de las dos enormes piscinas. A lo lejos, en el<br />

horizonte, se divisaba la silueta de las montañas que rodean la ciudad de Las<br />

Vegas. Johnny Fontane dejó caer la pesada y costosa cortina de color gris y<br />

regresó al salón.<br />

Un grupo de cuatro personas, integrado por un jefe de sala, un crupier, un<br />

ayudante y una camarera vestida con su sucinta indumentaria de nitgh– club,<br />

arreglaban la sala para una sesión privada. Niño Valenti estaba tendido en un<br />

sofá, con un vaso de whisky en la mano, mirando a los empleados del casino<br />

colocar la mesa de blackjack y sus correspondientes seis sillas acolchadas.<br />

Con voz pastosa, aunque no estaba completamente ebrio, dijo:<br />

– Ven, Johnny, ven a jugar conmigo contra estos cabrones. Hoy es mi día de<br />

suerte.<br />

Johnny se sentó en un escabel, frente al sofá, y repuso:<br />

– Ya sabes que nunca juego. ¿Cómo te sientes, Niño?<br />

– Como nunca. A medianoche vendrán algunas mujeres, luego cenaremos, y<br />

después volveremos a jugar. Ya sabes que gané a la casa casi cincuenta mil<br />

dólares.<br />

– Sí. ¿Y a quién se los dejarás cuando mueras?<br />

Niño apuró el contenido de su vaso.<br />

– Oye, Johnny ¿cómo diablos adquiriste tu reputación? Eres el aburrimiento<br />

personificado. Cualquier turista se divierte más que tú en esta ciudad.<br />

– ¿Quieres que te acompañe hasta la mesa? –preguntó Johnny.<br />

Niño se puso de pie con esfuerzo y respondió:<br />

– Puedo ir solo, Johnny.<br />

Dejó que el vaso cayera al suelo y se dirigió a la mesa de blackjack. El crupier<br />

estaba preparado. Detrás de él, el jefe de sala observaba. El ayudante se había<br />

sentado en una silla, a cierta distancia de la mesa, y la camarera esperaba,<br />

sentada en otra silla, en un lugar desde donde podía ver cada gesto de Niño<br />

Valenti.<br />

Niño golpeó el verde tapete con los nudillos y dijo:<br />

– Fichas.<br />

El jefe de sala sacó un talonario del bolsillo, rellenó un talón y se lo entregó a<br />

Niño, junto con una pluma estilográfica de pequeño tamaño.<br />

– Cinco mil dólares para empezar, como siempre –dijo el jefe.

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