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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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Niño puso su firma al pie del talón, y se lo entregó al jefe, que se lo guardó en<br />

el bolsillo e hizo una seña al crupier.<br />

Este, con increíble habilidad, cogió pilas de fichas negras y amarillas, de cien<br />

dólares cada una, y en menos de cinco segundos Niño tuvo delante cinco pilas<br />

de diez fichas.<br />

Sobre el tapete verde estaban marcados seis cuadrados, cada uno de los<br />

cuales correspondía a una de las seis personas que podían jugar. Niño colocó<br />

tres fichas en otros tantos cuadrados, y ganó, pues el crupier tenía un juego<br />

muy malo. Niño recogió las fichas, las suyas y las que había ganado, y<br />

dirigiéndose a Johnny Fontane, exclamó:<br />

– ¡Así se empieza la noche!<br />

Johnny sonrió. No era normal que un jugador como Nino tuviera que firmar un<br />

recibo por las fichas que le entregaban. A los que jugaban fuerte, les bastaba<br />

con su palabra. Tal vez temían que Nino, debido a la bebida, olvidara el importe<br />

de las fichas que le habían entregado. Y es que no sabían que Nino se<br />

acordaba de todo.<br />

Nino siguió ganando, y después de la tercera ronda hizo una seña a la<br />

camarera. La muchacha se fue al bar situado en un rincón de la estancia y le<br />

trajo un vaso lleno de whisky. Nino bebió un sorbo, se cambió el vaso de mano<br />

y con el brazo libre rodeó la cintura de la camarera.<br />

– Siéntate a mi lado, muñeca. Te dejaré jugar algunas manos, a ver si me das<br />

suerte.<br />

La muchacha era muy hermosa, pero Johnny pensó que carecía de<br />

personalidad. Miraba a Nino con una sonrisa; se veía a la legua que se moría<br />

de ganas de jugar. Johnny se preguntaba qué diablos había visto su amigo en<br />

ella.<br />

Nino dejó que la camarera jugara unas cuantas manos y luego le dio una ficha<br />

y un golpe en las nalgas, para que se alejara de la mesa. Entonces Johnny le<br />

pidió que le trajera una bebida. La trajo, naturalmente, pero al hacerlo parecía<br />

estar interpretando la escena culminante de una película dramática. ¡Quería<br />

impresionar al gran Johnny Fontane! Le dirigió una mirada invitadora, y al<br />

andar se movía sensualmente, mientras que su boca, ligeramente entreabierta,<br />

era la imagen misma de la pasión. Parecía un animal en celo. Pero Johnny<br />

sabía que se trataba de una comedia. La chica adoptaba la expresión propia de<br />

las que querían llevarlo a la cama, sin saber que esa estratagema sólo tenía<br />

éxito cuando Johnny estaba muy borracho, lo que no era el caso en ese<br />

momento. Dedicó a la camarera una de sus famosas sonrisas, al tiempo que le<br />

decía:<br />

– Gracias, encanto.<br />

La muchacha lo miró, separó un poco más los labios, adoptó una expresión<br />

aún más soñadora y tensó el cuerpo, hasta el punto que sus senos parecían a<br />

punto de reventar la blusa que llevaba. Johnny pensó que aquella chica estaba<br />

experimentando el colmo del placer, y todo porque él le había sonreído. Sabía

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