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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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A Neri nunca le habían gustado los negros, y después de que lo destinaran a<br />

Harlem, le gustaban todavía menos. Los que no se drogaban, se<br />

emborrachaban, mientras sus mujeres tenían que trabajar o ganar dinero<br />

vendiendo su cuerpo. Por ello, nada tuvo de extraño que aquel nuevo delito de<br />

Baines lo sacara de sus casillas. Lo peor de todo era la visión del<br />

ensangrentado cuerpo de la chiquilla. Fríamente, Neri decidió que Baines no<br />

iría a la comisaría.<br />

Lo malo era que en la vivienda habían entrado varias personas, inquilinos del<br />

mismo inmueble, además de su compañero.<br />

Neri le ordenó a Baines:<br />

– Suelta el cuchillo; estás arrestado. Baines se echó a reír.<br />

– Si quieres arrestarme –dijo–, tendrás que usar tu pistola.<br />

Y mientras se abalanzaba sobre Neri, empuñando el cuchillo, añadió:<br />

– O tal vez prefieras esto. Neri se movió con extraordinaria rapidez, para que<br />

su compañero no tuviera tiempo de sacar su pistola. Evidentemente, el negro<br />

intentaba clavarle el cuchillo, pero los excelentes reflejos del policía le<br />

permitieron asir la muñeca de su agresor con la mano izquierda. Al mismo<br />

tiempo, su mano derecha, con la que empuñaba la linterna, golpeó en la cara al<br />

negro, que cayó de rodillas al suelo, como si estuviera borracho. Su mano<br />

había soltado el cuchillo; estaba indefenso. Por ello, el segundo golpe de Neri<br />

era totalmente innecesario, como se demostró posteriormente en el juicio,<br />

según declaración de los testigos presenciales, entre ellos su compañero de<br />

servicio. Con la linterna, Neri descargó un tremendo golpe contra la cabeza de<br />

Baines, tan fuerte que el cristal de aquélla se rompió. Y si el tubo metálico no<br />

se partió en dos, fue porque las pilas lo impidieron. Según uno de los<br />

aterrorizados testigos, un negro que vivía en el edificio y que declaró contra<br />

Neri, éste dijo:<br />

– Tienes la cabeza dura ¿eh, negro? Pero resultó que no era lo bastante dura.<br />

Dos horas más tarde, en el Harlem Hospital, Baines moría.<br />

Albert Neri fue el único en sorprenderse cuando le acusaron de haber abusado<br />

de su fuerza. Fue suspendido de su empleo y llevado a juicio. El jurado le culpó<br />

de homicidio no premeditado y le sentenció a una pena de prisión de uno a diez<br />

años. Pero estaba tan furioso y era tan grande su odio contra la sociedad, que<br />

la sentencia no lo afectó en absoluto. ¡Él, Albert Neri, un criminal! ¡Atreverse a<br />

enviarlo a la cárcel por haber matado a aquella bestia! A los jueces no parecía<br />

preocuparles mucho aquellas dos negras a las que Baines había acuchillado y<br />

desfigurado, y eso que todavía se hallaban en el hospital.<br />

No temía la cárcel. Estaba convencido de que, teniendo en cuenta que había<br />

sido policía y, sobre todo, la clase de delito que había cometido, lo tratarían<br />

bien. Algunos de sus compañeros del cuerpo de policía incluso le habían<br />

asegurado que hablarían con amigos influyentes.<br />

Sólo su suegro, un inteligente italiano que tenía una pescadería en el Bronx,<br />

sabía que un hombre como Albert Neri no sobreviviría a un año en la prisión. Si

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