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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Bien, consigliere ¿hay algo que desapruebes de lo que he dicho antes?<br />

Hagen no contestó de inmediato, sino que se tomó unos segundos antes de<br />

responder:<br />

– No, pero sus planes están abiertamente en contradicción con su manera de<br />

ser, con su naturaleza. Usted asegura que no desea saber quién es el<br />

responsable de la muerte de Santino. Dice que no quiere vengarse. Pero no<br />

puedo creerle. Usted aceptó la paz, y sé que hará honor a su palabra, pero no<br />

puedo creer que esté dispuesto a dar a sus enemigos la victoria que parecen<br />

haber conseguido hoy. Y como no entiendo sus propósitos, mal puedo<br />

aprobarlos o desaprobarlos.<br />

En el rostro del Don apareció una sonrisa de satisfacción.<br />

– Nadie me conoce más que tú, Tom –dijo–. Y aunque no eres siciliano de<br />

nacimiento, lo eres por educación. Todo lo que dices es cierto, pero existe una<br />

solución, y estoy seguro de que no tardarás en descubrirla. Tienes razón,<br />

mantendré mi palabra. Por ello quiero que obedezcan mis órdenes. Lo más<br />

importante, Tom, es conseguir que Michael vuelva a casa cuanto antes; tenlo<br />

presente en todo momento. Explota todas las posibilidades legales, y no te<br />

preocupes por los gastos. Cuando Michael llegue a casa, debemos estar<br />

seguros de que las autoridades no harán nada en su contra. Consulta a los<br />

mejores abogados criminalistas. Te daré los nombres de algunos jueces que te<br />

concederán audiencia en privado... Hasta entonces debemos cuidarnos de<br />

posibles traiciones.<br />

– Lo mismo que usted – reconoció Hagen–, opino que no son las pruebas<br />

verdaderas las que deben preocuparnos, sino las fabricadas. Si arrestan a<br />

Michael, cabe la posibilidad de que un policía lo mate. Pueden acabar con él en<br />

su celda, o bien encargar el trabajo a un recluso. Tal como yo lo veo, no<br />

podemos permitirnos el lujo de dejar que lo arresten o lo acusen.<br />

– Lo sé, lo sé. Esa es la dificultad. Pero debemos resolverla pronto. En Sicilia<br />

hay problemas. Allí los jóvenes ya no escuchan a los viejos, y los jefes locales<br />

se ven impotentes para manejar a los numerosos deportados de América.<br />

Michael podría verse implicado en esta especie de lucha de generaciones. He<br />

tomado mis precauciones, naturalmente, y por el momento no corre peligro,<br />

pero las cosas quizás empeorasen. Esa es una de las razones por las que<br />

busqué la paz. Barzini tiene amigos en Sicilia, amigos que empezaban a<br />

interesarse demasiado por Michael. Busqué la paz para conseguir la seguridad<br />

de mi hijo. No podía hacer otra cosa.<br />

Hagen no le preguntó al Don cómo había conseguido esa información. De<br />

hecho, ni siquiera le sorprendió el que la hubiese obtenido. Se limitó a decir,<br />

cambiando de tema:<br />

– Si le parece, cuando me entreviste con los Tattaglia insistiré en que los<br />

hombres que se dediquen a los narcóticos no deben estar fichados. Los jueces<br />

se mostrarían reacios a ser benevolentes con hombres con antecedentes.<br />

– Eso es cosa de los Tattaglia. Deben ser lo bastante inteligentes para prever<br />

esa clase de detalles. Menciónalo, sin insistir demasiado en ello. Haremos lo

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