29.03.2013 Views

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

pero su voz sonaba tan ronca que se dio cuenta de la inutilidad de seguir<br />

probando. Además, al día siguiente le dolía mucho más la garganta, aunque de<br />

forma distinta de como lo hacía antes de que le extirparan los nodulos. El dolor,<br />

ahora, era peor. Temía no poder volver a cantar en su vida.<br />

Y si no podía cantar ¿qué le importaba todo lo demás? Cantar era la única<br />

cosa que sabía hacer realmente bien. Se consideraba un gran cantante, el<br />

mejor. Su profesión no tenía secretos para él. Nadie debía decirle lo que estaba<br />

bien ni lo que estaba mal. Era un maestro. Y de pronto corría el peligro de<br />

perder definitivamente la voz.<br />

Era viernes, y Johnny decidió pasar el fin de semana con Virginia y las niñas.<br />

La llamó por teléfono – siempre lo hacía–, para anunciarle su llegada. En<br />

realidad, para darle la oportunidad de decir que no. Pero desde que se habían<br />

divorciado Virginia nunca le había dicho no. No podía negarse a que sus hijas<br />

vieran a su padre; era una verdadera mujer, pensó Johnny. Habría sido feliz<br />

con Virginia. Y aunque era consciente de que ninguna otra mujer le importaba<br />

tanto, sabía que nunca podrían volver a hacer el amor el uno con el otro. Quizá<br />

cuando tuvieran sesenta y cinco años, como cuando uno se jubila, se retiraran<br />

juntos, se retiraran de todo.<br />

Pero la realidad se encargó de hacer pedazos estos pensamientos. A su<br />

llegada, encontró a Virginia de bastante mal humor y, además, las dos niñas no<br />

parecieron alegrarse mucho de verlo. Su madre les había prometido que las<br />

dejaría pasar el fin de semana en el rancho de los padres de unas amiguitas<br />

suyas, donde pensaban montar a caballo, y la llegada de él les estropeaba el<br />

plan.<br />

Johnny le dijo a Virginia que las dejara ir al rancho, y cuando se marcharon las<br />

besó cariñosamente. Nada tenía que reprochar a sus hijas. Era muy lógico que<br />

prefirieran montar a caballo a hacer compañía a un padre aburrido y<br />

malhumorado, pensó. Y dirigiéndose a Virginia, dijo:<br />

– Yo también me marcharé, pero primero tomaré un whisky.<br />

– De acuerdo –repuso ella.<br />

Era evidente que Virginia tenía uno de sus días malos, afortunadamente poco<br />

frecuentes. Y es que la vida que llevaba no era nada fácil ni agradable. Su mal<br />

humor era justificable.<br />

Mientras observaba a Johnny servirse un whisky doble, le preguntó:<br />

– ¿Qué necesidad tienes de beber? Todos tus asuntos marchan viento en<br />

popa. Nunca hubiera imaginado que tuvieras madera de hombre de negocios.<br />

– No creas que es muy difícil –repuso él con una sonrisa.<br />

De pronto comprendió el porqué del mal humor de Virginia. Entendía a las<br />

mujeres y sabía que ella consideraba que vivía demasiado bien. A las mujeres<br />

les disgustaba ver que sus novios, maridos o amantes tenían demasiado éxito;<br />

les irritaba que fuesen capaces de vivir sin ellas. Más para animar a su ex<br />

esposa que en tono de queja, Johnny dijo:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!