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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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llega a ser mayor que el nuestro, automáticamente se convierten en una<br />

amenaza para nosotros. Ahora tenemos el juego y los sindicatos, que es lo<br />

mejor que en la actualidad se puede tener. Pero pienso que los narcóticos son<br />

el negocio del futuro. En mi opinión, debemos entrar en el asunto; de lo<br />

contrario, nos arriesgamos a perderlo todo. No ahora, desde luego, pero sí<br />

dentro de diez años.<br />

El Don parecía haber quedado enormemente impresionado. Echó una<br />

bocanada de humo.<br />

– Eso es lo más importante, por supuesto –murmuró. Lanzó un profundo<br />

suspiro, se puso en pie y preguntó–: ¿A qué hora tengo que ver a ese infiel<br />

mañana?<br />

– Estará aquí a las diez de la mañana –contestó Hagen, esperanzado.<br />

– Quiero que los dos estéis aquí –dijo el Don. Se levantó y tomó a su hijo por el<br />

brazo–. A ver si duermes un poco esta noche, Santino. No pareces tú mismo.<br />

Cuídate, muchacho, y piensa que no siempre serás joven.<br />

Sonny, alentado por este signo de preocupación paterna, preguntó lo que<br />

Hagen no se había atrevido a preguntar:<br />

– Dime, papá ¿cuál será tu respuesta?<br />

– ¿Cómo quieres que lo sepa hasta que Sollozzo me haya hablado de<br />

porcentajes y de otros detalles? –respondió Don Corleone, sonriendo–.<br />

Además, tengo que meditar cuidadosamente sobre las opiniones que se han<br />

expuesto aquí esta noche. Después de todo, no soy hombre que actúe a la<br />

ligera.<br />

Mientras salía de la habitación, y como por casualidad, el Don dijo a Hagen:<br />

– ¿Figura en tus notas que el Turco vivía de la prostitución, antes de la guerra?<br />

Lo mismo que la familia Tattaglia hace ahora. Anótalo antes de que se te<br />

olvide.<br />

El tono de burla que advirtió en las palabras del Don hizo sonrojar a Hagen.<br />

Éste había preferido no mencionar el tema, ya que nada tenía que ver con el<br />

asunto. Además, temía que ello influyera en la decisión del Don.<br />

Evidentemente, en cuestiones sexuales Don Corleone era un verdadero<br />

puritano.<br />

Virgil Sollozzo, alias el Turco, era un hombre corpulento, de mediana estatura y<br />

piel morena. Hubiese podido pasar perfectamente por un verdadero turco. Su<br />

nariz parecía una cimitarra y sus oscuros ojos tenían una mirada cruel.<br />

Además, poseía una impresionante dignidad.<br />

Sonny Corleone lo saludó en la puerta y lo acompañó al despacho donde le<br />

esperaban Hagen y el Don. Hagen pensó que nunca había visto a un hombre<br />

de aspecto tan peligroso, excepción hecha de Luca Brasi.<br />

Hubo profusión de corteses apretones de mano. “Si el Don me pregunta alguna<br />

vez si este hombre tiene lo que hay que tener, deberé responderle que sí”,

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