29.03.2013 Views

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

noches, a pesar de que siempre había sido muy jugador y nunca se había<br />

preocupado de ahorrar para el día de mañana.<br />

Una maldita noche, treinta años atrás, cuando todas las personas honradas<br />

dormían, llamaron a la puerta de Filomena. Ella no se asustó, naturalmente,<br />

pues era la hora que muchos niños escogían para venir al mundo. Por lo tanto,<br />

se vistió y abrió la puerta. En el rellano estaba Luca Brasi, cuya fama era, ya<br />

entonces, siniestra. También se sabía que permanecía soltero. Al ver que se<br />

trataba de él, Filomena se asustó. Pensó que pretendía causar algún daño a su<br />

marido, debido tal vez a que éste se había negado a hacerle algún pequeño<br />

favor.<br />

Pero no se trataba de nada de eso. Brasi le dijo a Filomena que en una casa<br />

situada a cierta distancia había una mujer que estaba a punto de dar a luz, y<br />

que, por lo tanto, debería acompañarlo. Filomena sintió de inmediato que algo<br />

no encajaba. Aquella noche, la cara de Brasi, de ordinario tan brutal, parecía la<br />

de un hombre pacífico. Para librarse de él, Filomena le dijo que sólo atendía a<br />

parturientas cuya historia conocía, pero Brasi le mostró un fajo de billetes y, en<br />

tono rudo, le ordenó que hiciera lo que le pedía. Naturalmente, ella no se<br />

atrevió a negarse.<br />

En la calle los aguardaba un Ford. Su conductor tenía un aspecto tan<br />

amenazador como el de Brasi. En menos de treinta minutos llegaron a una<br />

casita de madera, en Long Island, poco después de pasar el puente.<br />

Evidentemente, allí vivían Luca Brasi y sus compinches, pues en la cocina<br />

Filomena vio a algunos hombres que bebían y jugaban a las cartas. Brasi<br />

condujo a la comadrona hasta un dormitorio en el piso de arriba. En la cama<br />

había una muchacha joven, con aspecto de irlandesa, muy maquillada y con el<br />

pelo de color rojo; tenía el vientre muy hinchado. Cuando vio a Brasi, la<br />

muchacha volvió la cabeza, aterrorizada ante el odio diabólico que se reflejaba<br />

en el rostro de éste. Al recordarlo, Filomena volvió a santiguarse.<br />

Para no alargar demasiado el relato, diremos que Brasi salió de la habitación y<br />

que fueron dos de sus hombres quienes ayudaron a la comadrona. Después de<br />

nacer la niña, la madre, exhausta, se sumió en un profundo sueño. Llamaron a<br />

Brasi, y Filomena, que había envuelto a la recién nacida en una fina toalla,<br />

alargó el bulto a Luca y dijo:<br />

– Si es usted el padre, hágase cargo, Mi trabajo ha terminado.<br />

Brasi la miró, con aire malvado, y repuso:<br />

– Sí, soy el padre. Pero no quiero que viva nadie de esa raza. Llévela al sótano<br />

y arrójela a la caldera.<br />

Por un instante Filomena pensó que no había oído bien. Le extrañaba el tono<br />

con que había pronunciado la palabra “raza”. ¿Se debía a que la chica no era<br />

italiana? ¿O quizá porque se trataba de una prostituta? ¿O acaso Brasi había<br />

pretendido decir que no quería que viviera nadie de su propia raza? Era<br />

imposible, debía de haber hablado en broma. Filomena, ásperamente, replicó:<br />

– Es su hija; haga lo que quiera.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!