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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Nino está muy enfermo –explicó Johnny–. Una enfermera le cuida las<br />

veinticuatro horas del día. Pero el doctor dice que debe ser internado en un<br />

manicomio, pues está tratando de matarse.<br />

Con expresión pensativa, Michael, que estaba sorprendido, dijo:<br />

– Nino fue siempre un muchacho excelente. Que yo sepa, nunca hizo nada que<br />

pudiera molestar a los demás. En realidad, nada le importaba gran cosa,<br />

excepto la bebida.<br />

– Sí –señaló Johnny–. Por el dinero no debería preocuparse, pues siempre<br />

podría trabajar como actor o cantante. Por cada película le pago cincuenta mil<br />

dólares. Pero gasta a manos llenas. La fama le importa un bledo. Somos<br />

amigos desde hace muchos años, y nunca he sabido que cometiera una mala<br />

acción. Y el muy imbécil no para de beber.<br />

Jules estaba a punto de decir algo, pero llamaron a la puerta. Le llamó la<br />

atención el hecho de que el hombre que estaba sentado en el sillón, junto a la<br />

entrada, siguiera leyendo tranquilamente el periódico. Quien acudió a abrir fue<br />

Hagen. Y casi lo arrolló el impetuoso Moe Greene, que entró seguido de dos de<br />

sus guardaespaldas.<br />

Moe Greene era un sujeto elegante, que había empezado su carrera como<br />

asesino a sueldo en Brooklyn. Un día vio posibilidades en el juego y se fue al<br />

Oeste, decidido a hacer fortuna. Fue el primero en intuir el porvenir de Las<br />

Vegas, y construyó uno de los primeros hoteles–casino de la ciudad. Sus<br />

instintos asesinos afloraban de vez en cuando, sobre todo cuando se enfadaba,<br />

y en el hotel todos le temían, incluidos Freddie, Lucy y Jules Segal, que<br />

procuraban no cruzarse en su camino.<br />

Dirigiéndose a Michael Corleone con el ceño fruncido, dijo:<br />

– He estado esperando para hablar contigo, Mike. Mañana tendré mucho<br />

trabajo, de modo que he pensado que podríamos hablar esta noche.<br />

Michael Corleone lo miró con expresión amistosa y respondió:<br />

– Desde luego.<br />

Seguidamente, dirigiéndose a Hagen, añadió:<br />

– Sirve una copa a Moe, Tom.<br />

Jules se dio cuenta de que el hombre llamado Albert Neri estaba observando<br />

atentamente a Greene, sin prestar atención a los guardaespaldas de éste, que<br />

permanecían sospechosamente apoyados contra la puerta. Y comprendió que<br />

no existía la menor posibilidad de que las cosas discurrieran por cauces<br />

violentos, por lo menos en Las Vegas. Cualquier acción de ese tipo, por<br />

pequeña que fuera, resultaría fatal para el proyecto de convertir la ciudad en el<br />

santuario legal de los jugadores americanos.<br />

Entonces Moe Greene dijo a sus guardaespaldas:<br />

– Entregad algunas fichas a éstos, para que puedan bajar a jugar.

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