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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– ¿Sí, caballeros? Al no obtener respuesta, Kay se dirigió al detective Siriani,<br />

en tono gélido:<br />

– Vamos, oficial, hable.<br />

Siriani carraspeó antes de decir:<br />

– Señor Adams, no quiero que me comprenda mal. Lo que voy a explicarle es<br />

en bien de su hija. Es amiga de un individuo del que tenemos fundadas<br />

razones para creer que asesinó a un oficial de la policía. Acabo de decirle que<br />

puede verse en serios problemas, a menos que coopere con nosotros. Pero<br />

ella no parece darse cuenta de la gravedad del asunto. Tal vez usted consiga<br />

hacerla entrar en razones.<br />

– Eso es completamente increíble –dijo el señor Adams.<br />

– Su hija y Michael Corleone han estado saliendo juntos durante más de un<br />

año – puntualizó Siriani–. Han pasado más de una noche juntos en diversos<br />

hoteles, inscribiéndose siempre como marido y mujer. Buscamos a Michael<br />

Corleone para interrogarlo en relación con la muerte de un oficial de la policía.<br />

Su hija se niega a proporcionarnos cualquier información. Estos son los<br />

hechos. Para usted serán increíbles, pero tengo pruebas.<br />

– No dudo de su palabra, señor –dijo el señor Adams, amablemente–. Lo que<br />

no puedo creer es que mi hija se encuentre metida en problemas. A menos que<br />

usted esté sugiriendo que ella es la “compañera” de un maleante.<br />

Kay miró asombrada a su padre. No podía creer que se tomara el asunto tan a<br />

la ligera.<br />

El señor Adams, en tono firme, añadió:<br />

– No obstante, tengan la seguridad de que si ese joven aparece por aquí,<br />

informaré de inmediato a las autoridades. Y mi hija hará lo mismo. Ahora, por<br />

favor, discúlpennos; se nos está enfriando la comida.<br />

Acompañó a los dos policías hasta la puerta y una vez que hubieron salido<br />

cerró ésta a sus espaldas. Tomó a Kay del brazo y la condujo hasta la cocina,<br />

que estaba en el extremo opuesto de la casa.<br />

– Vamos, hija; tu madre nos está esperando para comer.<br />

Al llegar a la cocina, Kay estaba llorando silenciosamente, conmovida por la<br />

afectuosa actitud de su padre. Su madre simuló no reparar en ello, por lo que<br />

Kay supuso que su padre le había hablado de la conversación con los<br />

detectives. Una vez sentados a la mesa, el señor Adams bendijo la comida<br />

como siempre lo hacía.<br />

La señora Adams era una mujer fuerte y de baja estatura, muy sencilla en el<br />

vestir y muy aseada. Kay nunca la había visto desaliñada. También su madre<br />

se había mostrado siempre bastante distante con respecto a ella, y en ese<br />

momento su actitud no era distinta de la normal.

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