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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Iremos a cenar con algunos amigos –propuso Johnny–. Además, conozco a<br />

algunas mujeres. Nos divertiremos.<br />

Al otro lado del hilo, el novelista rió francamente y dio su conformidad.<br />

Acto seguido, Johnny llamó al director y al cámara de la recién terminada<br />

película para agradecerles su colaboración. Confidencialmente, les comentó<br />

que sabía que Woltz había estado contra él, por lo que apreciaba doblemente<br />

su ayuda. También les hizo saber que estaba a su entera disposición en todo<br />

momento.<br />

Luego se dispuso a realizar la llamada más difícil de todas. Marcó el número de<br />

Jack Woltz. Le dio las gracias por haberle concedido el papel y le dijo que<br />

estaría encantado de volver a trabajar para él. La intención de su llamada era<br />

dar una bofetada al productor, que al cabo de pocos días se enteraría de todo y<br />

se sentiría ofendido por la burla de Johnny. Eso era, precisamente, lo que éste<br />

quería.<br />

Acto seguido, se dedicó a terminar el cigarro. Tenía una botella de whisky, pero<br />

había prometido a Hagen –¡y a sí mismo!– que no bebería. De hecho, había<br />

prometido también no fumar. Era una tontería; la pérdida de su voz<br />

seguramente no tenía nada que ver con el tabaco ni con la bebida. No<br />

abusaría, desde luego, pero un poco de licor y de tabaco le ayudarían a<br />

pensar. Y en adelante, con tanto dinero como tendría en sus manos, debería<br />

pensar mucho.<br />

Ahora que el silencio era absoluto, pues tanto Ginny como las niñas dormían,<br />

Johnny recordó aquellos terribles días en que abandonó a su familia. Las<br />

abandonó por su segunda mujer, una auténtica ramera. Sin embargo, por<br />

extraño que pueda parecer, el recuerdo de su segunda esposa le hizo sonreír.<br />

Era una puta, sí, pero encantadora en muchos aspectos. Johnny, por otra<br />

parte, había decidido que no podía permitirse odiar a ninguna mujer: ni a su<br />

primera esposa, ni a sus hijas, ni a sus amigas, ni a la ramera de su segunda<br />

mujer ni, después de todo, a aquella Sharon Moore que lo había rechazado.<br />

Johnny Fontane había viajado mucho como cantante de una orquesta.<br />

Después había tenido la oportunidad de cantar en la radio, acto seguido pasó a<br />

los escenarios de grabación, y finalmente fue requerido por el cine. Durante<br />

todos aquellos años había actuado a su antojo, se había acostado con las<br />

mujeres que había querido... Pero nunca había permitido que todo aquello<br />

afectara su vida personal. Luego se había enamorado de la que sería su<br />

segunda esposa, Margot Ashton, por la que llegó a perder la cabeza. Su<br />

carrera se había ido al diablo, había perdido la voz, se había quedado sin<br />

familia. Y llegó un día en que se dio cuenta de que lo había perdido todo.<br />

Lo peor de él fue siempre su generosidad, su educación. Al divorciarse, dio a<br />

su esposa todo cuanto tenía y se aseguró de que sus hijas se beneficiarían de<br />

una parte de lo que había hecho: discos, películas, actuaciones en night–clubs,<br />

etc. En los tiempos en que las cosas le iban bien, nunca negó nada a su<br />

primera esposa y, además, ayudó siempre a los hermanos y hermanas de<br />

Ginny, a su padre y a su madre, a las amigas que habían ido a la escuela con<br />

ella, etc. Jamás había sido egoísta. Incluso cantó en la boda de las dos

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