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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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que nunca había querido saber nada con la prostitución, y si intervenía en el<br />

tráfico de drogas, no lo hacía tanto por deseo propio como obligado por la<br />

circunstancia de controlar los muelles. De las Cinco Familias de Nueva York<br />

que se enfrentaban a los Corleone, la suya era la menos poderosa, pero la que<br />

ocupaba una mejor posición.<br />

La Familia que controlaba el norte del estado de Nueva York, la que se<br />

ocupaba de la entrada clandestina de inmigrantes italianos en Estados Unidos<br />

– a través de la frontera canadiense–, la que tenía en sus manos el juego en la<br />

zona septentrional del estado y la que ejercía el derecho de veto en las<br />

licencias para organizar carreras de caballos, estaba encabezada por Ottilio<br />

Cuneo. Este, un hombre de aspecto sosegado, rostro redondo y cuerpo<br />

rechoncho de panadero, era propietario de una de las principales empresas<br />

lecheras del país. Cuneo amaba a los niños, hasta el punto de llevar siempre<br />

los bolsillos repletos de golosinas para sus nietos y los hijos o nietos de sus<br />

asociados. Se tocaba con un sombrero de fieltro con el ala vuelta toda hacia<br />

abajo – como si fuera un sombrero femenino para el sol– que contribuía a que<br />

su cara pareciese aún más redonda y jovial. Era uno de los pocos jefes que<br />

nunca había sido arrestado y cuyas verdaderas actividades nunca habían<br />

estado bajo sospecha. En alguna ocasión había formado parte de comités<br />

cívicos y nombrado “hombre de negocios del año en el estado de Nueva York”<br />

por la Cámara de Comercio.<br />

El más firme aliado de la familia Tattaglia era Don Emilio Barzini. Controlaba<br />

una parte del juego en Brooklyn y Queens, todas las actividades de la zona de<br />

Staten Island y las agencias clandestinas de apuestas del Bronx y Westchester.<br />

Era un hombre muy duro. Además, tenía intereses en la prostitución y el tráfico<br />

de drogas. Tenía muy buenos contactos en Cleveland y la Costa Oeste, y era<br />

uno de los pocos hombres lo bastante inteligentes para interesarse por Las<br />

Vegas y Reno, las “ciudades abiertas” de Nevada. Tenía asimismo intereses en<br />

Miami y Cuba. Después de la familia Corleone, era, quizá la más fuerte de<br />

Nueva York y, por lo tanto, del país. Su influencia llegaba incluso a Sicilia.<br />

Estaba metido en todas las actividades ilegales. Se rumoreaba que tenía<br />

intereses incluso en Wall Street. Desde el comienzo de la guerra había<br />

apoyado a los Tattaglia con dinero e influencia. Ambicionaba reemplazar a Don<br />

Corleone como el más respetado y poderoso jefe de la Mafia, y hacerse con<br />

parte del imperio de aquél. Era un hombre muy parecido al Padrino, pero más<br />

moderno, más sofisticado. Contaba con la confianza de todos los miembros de<br />

su Familia, y aunque irradiaba una tremenda y fría energía, carecía de la<br />

cordialidad de Don Corleone. En aquel momento, el hombre más “respetado”<br />

del grupo tal vez fuera él.<br />

El último en llegar fue Don Phillip Tattaglia, el jefe de la Familia que se había<br />

atrevido a desafiar el poder de los Corleone al apoyar a Sollozzo, y que había<br />

estado a punto de triunfar. Sin embargo, los otros no le tenían en un concepto<br />

muy elevado. Se sabía que se había dejado dominar por Sollozzo, y se le<br />

consideraba directamente responsable del actual malestar, que de forma tan<br />

negativa influía en los negocios de las Familias de Nueva York. Tenía sesenta<br />

años y era un conquistador empedernido. Naturalmente, mujeres no le faltaban,<br />

pues la familia Tattaglia se dedicaba al negocio de la prostitución. También<br />

controlaba la mayoría de los night–clubs de Estados Unidos – cuando le

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