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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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suelta a sus instintos. Sobre todo las que hace poco que han dejado de ser<br />

vírgenes. Lo que desagradaba especialmente a Johnny eran las chicas que<br />

habían comenzado a acostarse con hombres a los doce años y que, luego, a<br />

los veinte, cansadas ya de todo, iban a probar fortuna en Hollywood. Con ellas<br />

había que tener mucho cuidado ya que, aparte de ser hermosas, se las sabían<br />

todas.<br />

Ginny le sirvió el desayuno en su habitación. Johnny le dijo que Hagen iba a<br />

ayudarle a conseguir el dinero necesario para producir algunas películas y ella<br />

se mostró entusiasmada. Su ex marido volvería a ser importante. Pero Ginny<br />

no imaginaba lo importante que era Don Corleone, por lo que no comprendió el<br />

significado del viaje de Hagen a California. Johnny le dijo que Hagen le<br />

ayudaría también en los detalles de tipo legal.<br />

Terminado el desayuno, Johnny dijo a Ginny que aquella noche tendría mucho<br />

trabajo, pues tenía que efectuar varias llamadas telefónicas, además de hacer<br />

planes para el futuro.<br />

– La mitad de todo lo pondré a nombre de las niñas –dijo Johnny.<br />

Su antigua esposa le dirigió una sonrisa de agradecimiento y le dio un beso en<br />

la mejilla antes de salir de la habitación.<br />

En la mesa de su despacho, Johnny tenía una bandeja llena de sus cigarros<br />

favoritos y una caja de cigarros habanos de la mejor calidad. Realizó algunas<br />

llamadas telefónicas, mientras en su mente bullían planes e ideas. Llamó al<br />

autor del libro, una novela de gran éxito, en que se basaría la película. Era un<br />

hombre de su misma edad, que desde la nada se había convertido en una<br />

celebridad literaria. Había llegado a Hollywood esperando ser tratado como un<br />

señor, pero, como otros muchos autores, se había llevado un tremendo<br />

desengaño. Johnny había sido testigo de la humillación sufrida por el escritor<br />

una noche en el Brown Derby. Los magnates de Hollywood lo dispusieron todo<br />

para que una conocida aspirante a estrella de generosas formas le<br />

acompañara a cenar y, evidentemente, también a dormir. Pero mientras<br />

cenaban, la muchacha le dejó plantado por un actor cómico de cara ratonil que<br />

le había guiñado el ojo. Después de este episodio, el novelista comprendió cuál<br />

era su puesto en Hollywood. El hecho de que su libro le hubiera hecho<br />

universalmente famoso carecía de importancia. Seguía siendo un cero a la<br />

izquierda, y la joven actriz acababa de demostrárselo.<br />

Johnny llamó al escritor, que a la sazón estaba en Nueva York, y le dio las<br />

gracias por el papel que le había escrito en el anterior guión. Luego le preguntó<br />

qué estaba escribiendo. Encendió un cigarro, mientras el escritor le hablaba de<br />

la obra que estaba preparando.<br />

– Me gustaría leerla en cuanto la termine –le dijo Johnny–. ¿Le importaría<br />

mandarme una copia? Tal vez podríamos llegar a un acuerdo. Creo que<br />

quedaría más satisfecho de mí que de Woltz.<br />

Por el comentario que hizo el escritor, Johnny comprendió que Woltz le había<br />

pagado una miseria. Entonces le prometió que intentaría viajar a Nueva York<br />

después de las vacaciones de Navidad.

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