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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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año. Pero finalmente demostró que, después de todo, pertenecía al clan<br />

Bocchicchio. Se procuró una pistola y acribilló al abogado amigo suyo.<br />

Seguidamente buscó a los dos hombres de negocios y, con extraordinaria<br />

sangre fría, los mató a la salida de un restaurante, tras lo cual entró en éste,<br />

pidió un café y se dispuso a esperar pacientemente la llegada de la policía.<br />

El juicio fue breve; los jueces, inflexibles. Un miembro de los bajos fondos<br />

había asesinado a los testigos que lo habían enviado a la cárcel. El público, la<br />

prensa e incluso las organizaciones humanitarias esparcidas por todo el país,<br />

se mostraron de acuerdo en que Félix Bocchicchio debía morir en la silla<br />

eléctrica. “El gobernador del estado no concederá clemencia a ese perro<br />

rabioso”, dijo uno de los más cercanos colaboradores de aquél. El clan<br />

Bocchicchio gastó enormes sumas de dinero, apeló al Tribunal Supremo,<br />

intentó por todos los medios que la sentencia fuera conmutada; pero fue inútil.<br />

Félix Bocchicchio debía morir en la silla eléctrica.<br />

Fue Hagen quien hizo que el Don se interesara en el caso, a petición de uno de<br />

los Bocchicchio, pues confiaban en que él pudiera hacer algo por el joven. Don<br />

Corleone no les dio esperanza alguna; él no era mago, y la gente le pedía<br />

imposibles. Pero al día siguiente, llamó a Hagen para que le contara el caso<br />

con todo detalle. Cuando su hijo adoptivo hubo terminado de hablar, Don<br />

Corleone le ordenó que citara al jefe de los Bocchicchio, para hablar con él.<br />

Don Corleone demostró ser un hombre genial. Le garantizó al jefe del clan<br />

Bocchicchio que la esposa y los hijos de Félix recibirían de por vida una<br />

elevada pensión. Prometió entregar de inmediato una cuantiosa cantidad, a<br />

modo de anticipo... Y todo ello si Félix se declaraba culpable de la muerte de<br />

Sollozzo y del capitán McCluskey. En su situación, esto no lo perjudicaría<br />

demasiado.<br />

Eran muchos los detalles que había que arreglar. La confesión de Félix debía<br />

ser convincente. Por lo tanto, había que ponerlo al corriente de lo sucedido<br />

entre Michael, Sollozzo y McCluskey, y convencer al camarero del restaurante<br />

de que lo identificara como el verdadero asesino. Esto último no sería fácil,<br />

pues la descripción tendría que ser muy distinta de la que había dado; Félix<br />

Bocchicchio era mucho más bajo y corpulento que Michael Corleone. Pero el<br />

Don se ocuparía de arreglarlo todo. Puesto que el condenado siempre había<br />

creído con fervor en los beneficios de la educación y la cultura, y puesto que<br />

seguramente querría que sus hijos asistieran a la universidad, Don Corleone<br />

pagaría una fuerte suma que aseguraría la educación superior de sus tres<br />

hijos. Finalmente, había que convencer a los Bocchicchio de que no existía la<br />

menor posibilidad de que la pena de muerte fuera conmutada. Así pues, la<br />

nueva confesión no alteraría las cosas.<br />

El Don pagó el dinero prometido y, además, se ocupó de establecer contacto<br />

con el condenado y asegurarse de que era debidamente instruido acerca de lo<br />

que debía decir. La nueva confesión de Félix Bocchicchio ocupó la cabecera de<br />

todos los periódicos. El éxito fue completo. Pero Don Corleone, cauteloso como<br />

siempre, esperó a que el joven fuera ejecutado – cuatro meses más tarde–<br />

antes de ordenar que Michael Corleone regresara a casa.

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