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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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Nino comprobó que al lado de cada sofá había una mesita, encima de la cual<br />

no faltaban los vasos, las botellas de licor ni los cigarrillos. Dio uno de éstos a<br />

Deanna, se lo encendió y se dispuso a preparar bebidas para ambos, todo ello<br />

sin pronunciar palabra. Pocos minutos después se apagaron las luces.<br />

Nino esperaba algo atroz, pues no en balde había oído muchas leyendas<br />

acerca de la depravación de Hollywood. Pero no estaba preparado para el<br />

rápido y voraz sondeo efectuado por Deanna Dunn en todo su cuerpo, sin ni<br />

siquiera una palabra de aviso. Nino siguió bebiendo y mirando la película, sin<br />

hallar sabor alguno en la bebida, ni encontrar atractivo en las imágenes de la<br />

pantalla. Estaba excitado como nunca lo había estado, más que nada por el<br />

hecho de que la mujer con la que estaba había poblado buena parte de sus<br />

sueños de adolescente. Sin embargo, su virilidad se sentía, en cierto modo,<br />

ofendida. Por ello, cuando la mundialmente famosa Deanna Dunn hubo<br />

terminado su largo sondeo, Nino, fríamente, le sirvió una copa y le ofreció un<br />

cigarrillo, mientras, con voz aparentemente tranquila, le decía:<br />

– Parece una buena película ¿no? Sintió que el cuerpo de ella se apretaba<br />

contra el suyo. ¿Estaría esperando que le diera las gracias? En la oscuridad,<br />

Nino se llenó el vaso. Al diablo con todo. Deanna le estaba tratando como a un<br />

gigoló. Sin saber exactamente por qué, comenzó a sentir odio hacia todas<br />

aquellas mujeres.<br />

Estuvieron contemplando la película durante unos quince minutos. Nino se<br />

apartó un poco, para que sus cuerpos no estuvieran en contacto. Finalmente,<br />

en voz muy baja, Deanna dijo:<br />

– No te hagas el ofendido. Sé que te ha gustado. Deanna Dunn se rió y luego<br />

permaneció quieta hasta que hubo terminado la proyección. Cuando se<br />

encendieron las luces, Nino miró alrededor y cayó en la cuenta de que había<br />

habido mucho movimiento, a pesar del silencio imperante durante la<br />

proyección. Algunas de las damas demostraban, por su expresión, que habían<br />

estado muy ocupadas. Al salir de la sala, Deanna Dunn se apartó de su lado<br />

para acercarse a un hombre maduro en quien Nino reconoció a un famoso<br />

actor. Sin embargo, ahora, al verlo en persona, lo encontró vulgar. Con rostro<br />

pensativo, Nino bebió otro trago., Se le acercó Johnny Fontane, quien, dándole<br />

un golpecito en la espalda, le preguntó:<br />

– ¿Te diviertes, muchacho?<br />

– Pues no lo sé –contestó Nino, sonriendo–. Es todo muy diferente de lo que<br />

me imaginaba. Cuando regrese a mi barrio podré decir que Deanna Dunn ha<br />

abusado de mí.<br />

Johnny se echó a reír.<br />

– Te aseguro que si te invita a su casa lo pasarás en grande. ¿Lo ha hecho?<br />

Nino negó con la cabeza.<br />

– He puesto demasiado interés en la película.

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