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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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capaces de penetrar incluso en aquel refugio. Don Tommasino puso guardias<br />

alrededor de la villa y encargó a Calo y Fabrizzio que protegieran los muros de<br />

la finca. Michael y su esposa debieron conformarse, a partir de aquel momento,<br />

con permanecer dentro de los límites de ésta. Por aquellos días, además, Don<br />

Tommasino dejó de ser el hombre alegre que hasta entonces había sido, para<br />

mostrarse preocupado, según dijo el doctor Taza, por una serie de problemas<br />

provocados por el nuevo jefe de la Mafia de Palermo.<br />

Una noche, en el jardín, una vieja sirvienta de la casa trajo a Michael un plato<br />

de olivas, y preguntó:<br />

– ¿Es cierto lo que dicen todos, que es usted el hijo de don Corleone, de Nueva<br />

York, el Padrino?<br />

Michael advirtió que Don Tommasino hacía una mueca de disgusto. Sin<br />

embargo, a la vieja criada parecía importarle tanto conocer la verdadera<br />

identidad de Michael, que respondió que sí, que era cierto lo que todos decían.<br />

– ¿Conoce usted a mi padre? –le preguntó a la anciana.<br />

La mujer se llamaba Filomena, tenía la cara tan arrugada y morena como un<br />

nogal, y los pocos dientes que le quedaban, amarillentos. Por vez primera<br />

desde que Michael estaba en la villa, la mujer le sonrió.<br />

– El Padrino me salvó la vida, por no hablar de mis sesos – apuntó Filomena.<br />

Era evidente que quería añadir algo más, por lo que Michael le dirigió una<br />

amistosa sonrisa, como para darle ánimos. Con voz temblorosa, la vieja criada<br />

inquirió:<br />

– ¿Es cierto que Luca Brasi ha muerto? Michael asintió y quedó sorprendido al<br />

observar que la mujer soltaba un suspiro de alivio y hacía la señal de la cruz al<br />

decir:<br />

– Dios me perdone, pero ojalá esté en lo más profundo del infierno.<br />

Michael sintió que aquellas palabras despertaban su antigua curiosidad<br />

respecto a Brasi. De pronto intuyó que aquella mujer conocía la historia que<br />

Hagen y Sonny nunca habían querido contarle. Así pues, le sirvió a la anciana<br />

un vaso de vino y la invitó a tomar asiento.<br />

– Hábleme de mi padre y de Luca Brasi – le pidió–. ¿Cómo se hicieron amigos<br />

y por qué Luca Brasi era tan leal a mi padre? No tema, puede hablar con toda<br />

tranquilidad.<br />

Los negros ojos de Filomena buscaron los de Don Tommasino, quien con un<br />

leve gesto dio su permiso. Filomena, pues, procedió a contar su historia.<br />

Treinta años antes, Filomena había sido comadrona en la ciudad de Nueva<br />

York. Prestaba sus servicios exclusivamente a la colonia italiana, y como las<br />

mujeres estaban siempre embarazadas, prosperó. Cuando los médicos<br />

trataban de interferir en algún parto difícil, Filomena les cantaba las cuarenta.<br />

Por aquel entonces, su marido era propietario de una próspera tienda de<br />

comestibles. Hacía años que había muerto, y ella rezaba por él todas las

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