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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Ahora voy a golpearle el grano con este libro, y verá cómo desaparece. Es<br />

posible que vuelva a salir dentro de un tiempo, pero si empleo el bisturí le<br />

costará mucho dinero y, además, tendrá que llevar el brazo vendado. ¿Le<br />

parece bien?<br />

Lucy le devolvió la sonrisa. Aunque no sabía por qué, confiaba plenamente en<br />

él.<br />

– De acuerdo, doctor.<br />

Un segundo después, lanzaba un grito de dolor cuando él le golpeaba el<br />

antebrazo con el grueso libro; a continuación comprobó que el grano había<br />

desaparecido.<br />

– ¿Le ha dolido mucho?<br />

– No. ¿Ya está?<br />

El doctor Segal respondió que sí, y de inmediato dejó de prestar atención a<br />

Lucy, que salió del consultorio.<br />

Una semana más tarde se encontraron ante la barra del bar del hotel.<br />

– ¿Cómo va el brazo? –preguntó Segal.<br />

– Muy bien –respondió Lucy, sonriendo–. Sus métodos no son muy ortodoxos,<br />

pero sí eficaces.<br />

– No sabe usted bien lo poco ortodoxo que soy. A propósito, no sabía que fuera<br />

usted una mujer rica. El Sun ha publicado hace unos días la lista de<br />

poseedores de puntos del hotel, y Lucy Mancini figura con diez. Si le hubiese<br />

curado ese antebrazo con métodos más tradicionales habría podido ganar una<br />

pequeña fortuna. Lucy se acordó de lo que le había advertido Hagen, y no<br />

respondió.<br />

– No se preocupe –prosiguió Segal–. Sé cómo funcionan estas cosas; las<br />

acciones figuran a su nombre, pero no son suyas. En Las Vegas esto es muy<br />

corriente. ¿Qué le parece si salimos esta noche a cenar y a ver algún<br />

espectáculo? Incluso la invitaré a jugar a la ruleta.<br />

Lucy no sabía si aceptar o no. Ante la insistencia de él, respondió:<br />

– Me gustaría, pero creo que se sentiría usted decepcionado. Me temo que soy<br />

algo diferente de las chicas de Las Vegas.<br />

– Por eso la he invitado. Precisamente me he recetado una noche de descanso<br />

–dijo Jules en tono jocoso. Lucy le dedicó una melancólica sonrisa y respondió:<br />

– De acuerdo. Acepto que me invite a cenar, pero a la ruleta apostaré con mi<br />

dinero.<br />

Durante la cena, Jules se pasó un buen rato hablando, en términos médicos<br />

pero con gran sentido del humor, de los diferentes tipos de muslos y senos<br />

femeninos, mientras Lucy pensaba que aquel hombre tenía una conversación<br />

muy amena. Después estuvieron jugando un rato a la ruleta, y ganaron más de

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