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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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pasaban por la calle se habían ocultado en los portales o echado al suelo,<br />

mientras otros se habían reunido en pequeños grupos.<br />

Freddie aún no había sacado su pistola. Parecía paralizado. Miraba a su padre,<br />

que yacía boca abajo sobre el asfalto de la calle, rodeado de lo que parecía un<br />

lago de sangre. Freddie había sufrido un tremendo shock. La gente volvió a<br />

ponerse en movimiento, y alguien, al verlo allí, de pie y aturdido, le hizo sentar<br />

en la acera. La muchedumbre se había agrupado alrededor del cuerpo de Don<br />

Corleone, pero el círculo se deshizo tan pronto como apareció el primer coche<br />

de la policía. Detrás del vehículo policial seguía un automóvil con radio del<br />

Daily News. Antes de que el coche se detuviera, ya había saltado un fotógrafo,<br />

que empezó a disparar su cámara. Pocos momentos después llegó una<br />

ambulancia. El fotógrafo dedicó luego su atención a Freddie Corleone, que<br />

estaba llorando a lágrima viva, lo que resultaba más bien cómico dadas las<br />

facciones de su cara, con su gruesa nariz y carnosos labios. Los agentes se<br />

habían mezclado entre la multitud, mientras seguían acudiendo los coches<br />

patrulla. Uno de los agentes se arrodilló junto a Freddie y le hizo algunas<br />

preguntas, pero Freddie no estaba en condiciones de contestar. El detective<br />

metió la mano en la chaqueta de Freddie y de uno de los bolsillos sacó su<br />

cartera. Miró su tarjeta de identificación y llamó a uno de sus compañeros con<br />

un ligero silbido. En cuestión de pocos segundos, Freddie fue separado de la<br />

muchedumbre de curiosos y se encontró rodeado de policías vestidos de<br />

paisano. El primer detective encontró la pistola que Freddie llevaba en la<br />

sobaquera, y se la guardó. Luego llevaron al joven a un coche que no tenía<br />

distintivo alguno. El automóvil del Daily News siguió al primero. El fotógrafo,<br />

incansable, seguía fotografiándolo todo y a todos.<br />

Durante la media hora que siguió al atentado contra su padre, Sonny Corleone<br />

recibió cinco llamadas telefónicas. La primera procedía del policía John Phillips,<br />

que figuraba en la nómina de la Familia y que era uno de los que ocupaban el<br />

primer coche de policías de paisano.<br />

– ¿Reconoce usted mi voz? –dijo en primer lugar.<br />

– Sí –respondió Sonny, que acababa de despertarse de una breve siesta.<br />

– Alguien acaba de disparar contra su padre –dijo Phillips, sin preámbulo<br />

alguno–. Hace quince minutos. Sigue con vida, pero está muy mal herido. Lo<br />

han llevado al Hospital Francés. A su hermano Freddie se lo han llevado a la<br />

comisaría del distrito de Chelsea. Cuando salga, será mejor que lo vea un<br />

médico. Ahora me voy al hospital, pues quiero estar presente en el<br />

interrogatorio de su padre, si es que puede hablar. Le mantendré informado.<br />

Desde el otro lado de la mesa, Sandra, la esposa de Sonny, vio que su marido<br />

enrojecía y sus ojos despedían chispas.<br />

– ¿Qué ocurre? –preguntó.<br />

Sonny le impuso silencio con un gesto y le volvió la espalda.<br />

– ¿Está usted seguro de que vive? –dijo, prosiguiendo la conversación<br />

telefónica.

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