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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– A partir de ahora iré dejando los asuntos cada vez más en manos de vosotros<br />

tres. El regime de Santino será abolido y sus hombres repartidos entre los<br />

vuestros. Eso demostrará a nuestros amigos que deseo la paz. En cuanto a ti,<br />

Tom, quiero que envíes algunos hombres a Las Vegas para que informen<br />

detalladamente de las posibilidades que existen allí. Infórmame también acerca<br />

de Fredo; quiero saber cómo le van las cosas. Me han dicho que está<br />

completamente cambiado. Parece ser que se ha convertido en un cocinero y un<br />

mujeriego. No tengo nada que objetar. De joven siempre fue demasiado serio<br />

y, además, nunca ha sido un hombre adecuado para los negocios de la<br />

Familia. Bien, tal y como te he dicho, quiero que estudies las posibilidades que<br />

ofrece Las Vegas.<br />

– ¿Puedo enviar a Carlo? –preguntó Hagen–. Nació en Nevada, lo que es una<br />

ventaja.<br />

Don Corleone negó con la cabeza y explicó:<br />

– Mi esposa se encuentra muy sola sin ninguno de sus hijos. Quiero que<br />

Constanza y su marido se instalen en una de las casas de la finca. A Carlo le<br />

daremos un empleo de responsabilidad; quizás haya sido demasiado duro con<br />

él. Además, estoy algo corto de hijos... Sácale del juego e introdúcelo en los<br />

sindicatos. Allí podrá desarrollar un trabajo administrativo y podrá hablar por los<br />

codos. Siempre ha sido muy hablador –añadió con un leve sarcasmo.<br />

– Clemenza y yo nos ocuparemos de seleccionar a los hombres para Las<br />

Vegas –dijo Hagen–. ¿Quiere que le diga a Freddie que venga a pasar unos<br />

días a casa?<br />

El Don negó con la cabeza.<br />

– ¿Para qué? –replicó ásperamente–. Mi esposa es una buena cocinera.<br />

Dejemos que se quede donde está.<br />

Los tres hombres se movieron en sus sillas, incómodos. Empezaban a darse<br />

cuenta de hasta qué punto Freddie había caído en desgracia, e ignoraban el<br />

motivo de ello.<br />

Don Corleone dejó escapar un profundo suspiro y agregó:<br />

– Tengo intención de plantar pimientos y tomates en el huerto este año. Más de<br />

los que podamos comer. Habrá también para vosotros, desde luego. Quiero un<br />

poco de paz, un poco de calma. A mi edad, creo que es lo más conveniente.<br />

Bien, eso es todo. Tomad otra copa, si queréis.<br />

Era una invitación a marcharse. Los tres hombres se levantaron. Hagen<br />

acompañó a Clemenza y a Tessio hasta sus automóviles. Concertó una cita<br />

con ambos para discutir los detalles de la operación de Las Vegas, y se<br />

despidió de ellos. Luego regresó a la casa, pues estaba seguro de que el Don<br />

estaría esperándolo.<br />

Don Corleone se había quitado la chaqueta y la corbata, y estaba acostado en<br />

el sofá. Se le veía fatigado. Hizo una seña a Hagen de que tomara asiento y<br />

dijo:

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