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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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siquiera trataba de ocultar. Sus cejas eran negras y espesas, y sus facciones<br />

duras. No obstante, cuando sonreía no era repulsivo del todo. Habló con un<br />

fuerte acento siciliano:<br />

– Me han dicho que tú y tus dos amigos sois ricos, muchacho; pero ¿no crees<br />

que habéis sido un poco desconsiderados conmigo? Después de todo, éste es<br />

mi distrito, y creo que merezco otro trato... Deberíais dejarme meter el pico.<br />

Empleó la frase de la Mafia italiana: “Fari vagnari a pizzu”. “Pizzu” significaba el<br />

pico de un pájaro pequeño, por ejemplo el canario.<br />

Siguiendo su costumbre, Vito Corleone no respondió. Comprendió<br />

perfectamente lo que Fanucci quería decir, pero hubiese preferido que hablara<br />

con mayor claridad.<br />

Fanucci sonrió ampliamente, mostrando sus dientes de oro. Se pasó el pañuelo<br />

por la cara y se desabrochó la chaqueta, como si tuviera mucho calor, aunque<br />

lo que en realidad pretendía era que Vito Corleone viera la pistola que llevaba<br />

en la cintura.<br />

– Dame quinientos dólares y olvidaré el insulto –dijo Fanucci–. Al fin y al cabo,<br />

los jóvenes desconocéis las consideraciones debidas a un hombre como yo.<br />

Vito Corleone sonrió tímidamente a Fanucci, quien, al ver la expresión entre<br />

ingenua y asustada del joven, prosiguió:<br />

– Si no lo haces, la policía irá a tu casa, y tanto tú como tu esposa y tus hijos,<br />

además de soportar la vergüenza, os veréis en la indigencia. Naturalmente, si<br />

la información que poseo acerca de tus ganancias es incorrecta, estoy<br />

dispuesto a rebajar la cantidad, pero en ningún caso aceptaré menos de<br />

trescientos dólares. Y no trates de engañarme.<br />

Por vez primera, Vito Corleone abrió la boca. El tono de su voz era razonable,<br />

tranquilo y cortés, como correspondía a un joven que se dirigía a una persona<br />

mayor y de reconocida importancia.<br />

– Mis dos amigos todavía no me han entregado mi parte –dijo–; tendré que<br />

hablar con ellos.<br />

– Pues diles lo mismo que te he dicho a ti. De ese modo me ahorraré el trabajo<br />

de ir a hablarles. No tengas miedo. Clemenza y yo nos conocemos muy bien;<br />

es un hombre que comprende estas cosas. Déjate guiar por él. Tiene más<br />

experiencia en estos asuntos. Vito Corleone simuló sentirse asustado.<br />

– Usted comprenderá que todo esto es nuevo para mí –alegó–. Gracias por<br />

haberme hablado como lo ha hecho.<br />

– Eres un buen muchacho –dijo Fanucci, emocionado. Tomó la mano de Vito<br />

entre las suyas y añadió–: Eres respetuoso, y esto es muy importante en un<br />

hombre joven. La próxima vez habla primero conmigo ¿eh? Tal vez pueda<br />

ayudarte.<br />

Muchos años más tarde, Vito Corleone comprendió que lo que entonces le<br />

llevó a dirigirse con tanto respeto a Fanucci fue el haber presenciado la muerte

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