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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Los planes, en buena medida, los realizó mi padre. Nunca imaginé que fuera<br />

tan listo. Tú sí lo sabías.<br />

– Como él no hay dos –respondió Hagen–. Pero tú lo has hecho muy bien. En<br />

realidad, no podías hacerlo mejor. Y eso significa que serás un buen sucesor.<br />

– Esperemos a ver qué sucede. ¿Han llegado ya Tessio y Clemenza?<br />

Hagen asintió. Michael terminó su copa y añadió:<br />

– Di a Clemenza que venga a verme. Quiero darle las instrucciones<br />

personalmente. A Tessio no quiero verlo. Dile únicamente que dentro de media<br />

hora estaré listo para acompañarlo a ver a Barzini. Luego, los hombres de<br />

Clemenza se ocuparán de él.<br />

Con voz carente de emoción, Hagen preguntó:<br />

– ¿No hay forma de dejar que Tessio siga con vida?<br />

– No la hay.<br />

En el norte de la ciudad de Buffalo había una pequeña pizzería que estaba<br />

siempre muy concurrida, menos en las horas siguientes al mediodía; entonces,<br />

el trabajo decrecía. Aquel día, el encargado del local metió en el horno las<br />

pocas pizzas que quedaban en la bandeja, y guardó ésta junto a la pared del<br />

enorme horno, en posición vertical. Luego, echó un vistazo a una empanada<br />

que se estaba cociendo, y observó que el queso ya había empezado a<br />

derretirse. Cuando volvió al mostrador, una parte del cual daba a una ventana,<br />

lo que permitía servir a los que pasaban por la calle, se encontró frente a un<br />

hombre joven y de aspecto rudo, que le dijo:<br />

– Déme una pizza.<br />

El encargado tomó una pala de madera y sacó del horno una de las pizzas.<br />

Entretanto, el cliente, en lugar de esperar en la calle, había entrado en el<br />

establecimiento, que estaba completamente vacío. El encargado puso la pizza<br />

en un plato de papel y se lo tendió al cliente; pero éste, en vez de sacar dinero<br />

para abonar su importe, lo miró fijamente y dijo:<br />

– Me han contado que lleva usted un tatuaje muy grande en el pecho. Por<br />

encima de su camisa veo la parte superior; ¿por qué no me deja ver el resto?<br />

El encargado la pizzería se echó a temblar.<br />

– Venga, desabróchese la camisa –insistió el cliente.<br />

– No llevo ningún tatuaje –repuso el otro con fuerte acento siciliano–. Quien lo<br />

lleva es el hombre que hace el turno de noche.<br />

El cliente soltó una sonora y siniestra carcajada.<br />

– Vamos, desabróchese la camisa.<br />

El encargado empezó a retroceder en un intento de huir por detrás del horno.<br />

Pero el cliente, desde el otro lado del mostrador, le apuntó con una pistola e

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