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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Si alguna vez te sientes desgraciada, llámame, te lo ruego –dijo Johnny, al<br />

ver la triste expresión de la chica–. Piensa que no tengo por qué querer<br />

aprovecharme de todas las muchachas que conozco.<br />

– Lo haré –respondió Sharon y salió del apartamento.<br />

Johnny tenía una larga noche por delante. Podía haber recurrido a lo que Jack<br />

Woltz llamaba la “fábrica de carne”, el rebaño de aspirantes a estrellas, siempre<br />

bien dispuestas a complacer en todo a un hombre famoso y atractivo. Pero lo<br />

que Johnny quería era otra cosa: ternura, comprensión, un poco de amor<br />

desinteresado. Pensó en su primera esposa, Virginia. Ahora que su trabajo en<br />

la película había terminado, tendría más tiempo para los niños. Quería volver a<br />

formar parte de su vida. También se preocupaba por Virginia. Ella no estaba<br />

preparada para soportar a los donjuanes de Hollywood, que se sentirían<br />

orgullosos de contar a todo el mundo que se habían acostado con la primera<br />

esposa de Johnny Fontane. Que él supiera, nadie podía ufanarse de ello. De<br />

su segunda esposa, en cambio, eran muchos los que lo hacían, pensó<br />

amargamente. Descolgó el auricular del teléfono.<br />

Reconoció de inmediato la voz de Virginia, cosa que, por otra parte, nada tenía<br />

de sorprendente; la había oído por vez primera cuando él tenía diez años.<br />

Ambos habían sido compañeros de escuela.<br />

– Hola, Ginny. ¿Estás ocupada esta noche? ¿Puedo venir a charlar un rato?<br />

– Bueno –accedió Virginia–. Pero los niños ya están en la cama; no quiero<br />

despertarlos.<br />

– No te preocupes –repuso Johnny–. Sólo quería hablar un poco contigo.<br />

Ella se esforzó por disimular su preocupación.<br />

– ¿Es algo grave? ¿Qué ha ocurrido?<br />

– Nada –replicó Johnny–. Hoy he terminado la película y me apetece charlar<br />

contigo. Hasta tal vez podré ver a los niños, procurando que no se despierten.<br />

– Muy bien –dijo Virginia–. Y quiero que sepas que me alegro de que<br />

consiguieras el papel.<br />

– Gracias. Estaré ahí dentro de media hora.<br />

Cuando llegó a su antiguo hogar en Beverly Hills, Johnny Fontane, sin salir del<br />

coche, se detuvo a contemplar la casa. Recordó lo que su padrino había dicho:<br />

que debía tomar las riendas de su propia vida. Lo importante era saber lo que<br />

uno quería. ¿Lo sabía él?<br />

Su primera esposa le aguardaba en la puerta. Era hermosa, menuda y morena;<br />

una bonita chica italiana, el tipo de muchacha en la que uno podía confiar<br />

plenamente; incapaz de una infidelidad. Había sido muy importante en su vida.<br />

¿La quería todavía?, se preguntó, y la respuesta fue negativa. Por una parte,<br />

se sentía incapaz de hacerle el amor, y por la otra, había ciertas cosas que ella<br />

nunca podría perdonarle, cosas que nada tenían que ver con el sexo. De todos<br />

modos, entre ellos no existía enemistad alguna.

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