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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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mundo del hampa no conocía la verdadera fuerza de sus soldados. Es más,<br />

consideraba una tontería que Tessio, en Brooklyn, operara con plena<br />

independencia.<br />

Así pues, a pesar de ello la lucha se mantuvo desigual hasta que Vito Corleone<br />

cambió el rumbo de las cosas con un golpe maestro.<br />

Maranzano le pidió a Al Capone sus dos mejores pistoleros para que se<br />

encargaran de liquidar al advenedizo. La familia Corleone, que tenía amistades<br />

en Chicago, obtuvo información de que los dos pistoleros llegarían en tren, y<br />

Vito le pidió a Luca Brasi que fuera a “recibirlos”. Brasi, junto con cuatro de sus<br />

hombres, recibieron a los dos visitantes en la estación. Uno de los hombres<br />

conducía un taxi, y otro iba disfrazado de mozo de cuerda. Este último tomó las<br />

maletas de los enviados de Al Capone y las llevó hasta el taxi. Cuando los<br />

pistoleros de Chicago entraron en el vehículo, Brasi y otro de sus hombres se<br />

precipitaron detrás de ellos, pistola en mano, y los obligaron a tenderse en el<br />

suelo. El taxi se dirigió a un almacén cercano a los muelles. Brasi lo había<br />

previsto todo.<br />

Los dos hombres de Capone fueron atados de pies y manos. Luego les<br />

metieron sendas toallas pequeñas en la boca, para que no pudieran gritar, y<br />

seguidamente Brasi les ordenó que se pusieran de cara a la pared. Entonces<br />

cogió una barra de hierro y empezó a golpear con fuerza los pies de uno de<br />

ellos, hasta rompérselos. A continuación hizo lo mismo con las piernas y las<br />

rodillas. Finalmente, lo golpeó en el pecho y el vientre. Brasi era muy fuerte,<br />

pero tuvo que descargar muchos golpes para conseguir su propósito.<br />

Naturalmente, a los primeros golpes la víctima había caído al suelo en medio<br />

de un gran charco de sangre y trozos de carne.<br />

Cuando Brasi se volvió hacia el segundo hombre, vio que no tendría necesidad<br />

de machacarlo a golpes. El hombre, por imposible que parezca, se había<br />

tragado la pequeña toalla. Cuando la policía realizó la autopsia para determinar<br />

las causas de la muerte, encontraron la toalla en su estómago.<br />

Pocos días después, en Chicago, Capone recibió de Vito Corleone el siguiente<br />

mensaje: “Ahora ya sabe usted cómo trato a mis enemigos. ¿Por qué un<br />

napolitano tiene que interferir en una pelea entre dos sicilianos? Si desea<br />

tenerme por amigo, sepa que le debo un favor y que estoy dispuesto a<br />

pagárselo en cuanto me lo pida. No dudo que un hombre como usted sabe muy<br />

bien lo beneficioso que es tener un amigo que, en lugar de pedir ayuda, se<br />

ocupa de sus propios asuntos y siempre está dispuesto a ayudar. Si no quiere<br />

aceptar mi amistad, dejemos las cosas como están. Pero permita que le diga<br />

una cosa: el clima de Nueva York es húmedo y muy malo para los napolitanos.<br />

Por ello le aconsejo que no venga aquí ni de visita”.<br />

La arrogancia de esta carta había sido calculada. El Don consideraba que<br />

Capone era un estúpido, un simple asesino. Sus espías le habían informado de<br />

que había perdido toda su influencia política a causa de su arrogancia y del<br />

infantil exhibicionismo de su riqueza. El Don sabía, y estaba en lo cierto, que<br />

sin influencia política, sin el camuflaje de la sociedad, el mundo de Capone,<br />

como muchos otros, podía ser fácilmente destruido. Sabía que Capone se<br />

encaminaba a su destrucción, y también sabía que la influencia de éste no se

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