29.03.2013 Views

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

aja y regordeta llamada Tina, a ducharse sola. Nunca había podido hacer el<br />

amor con otra mujer después de discutir con Virginia.<br />

Se dirigió al salón, tres de cuyas paredes eran de vidrio, y se sentó al piano.<br />

Muchos años antes, cuando iba con la orquesta, a veces cantaba<br />

acompañándose al piano; pero aquello había quedado muy atrás. Se puso a<br />

cantar en voz baja, para no forzar las cuerdas vocales. Y antes de que se diera<br />

cuenta, Tina estaba allí, preparándole un combinado. Luego, la muchacha se<br />

sentó a su lado, y ambos cantaron a dúo hasta que Johnny decidió ir a<br />

ducharse. En el cuarto de baño siguió cantando, siempre en voz muy baja, y lo<br />

mismo hizo mientras se vestía. Cuando regresó al salón, Tina seguía a solas.<br />

Pensó que Nino sólo podía estar haciendo dos cosas: emborrachándose o<br />

haciendo el amor con su chica.<br />

Cuando Tina salió a ver la piscina, él volvió a sentarse al piano y comenzó a<br />

entonar una de sus viejas canciones. La garganta no le dolía en absoluto.<br />

Cantaba en voz baja, pero en el tono adecuado. Dirigió la vista hacia la piscina.<br />

Tina permanecía junto a ésta, y como la puerta estaba cerrada, no podía oírlo.<br />

Ignoraba el porqué, pero Johnny no quería que nadie lo oyera. Empezó a<br />

cantar su canción favorita, en voz alta, como si estuviera delante del público,<br />

esperando que de un momento a otro comenzara a dolerle la garganta. Pero<br />

esperó en vano. Johnny notó que su voz había cambiado, pero consideró que<br />

seguía siendo buena. Era más profunda, más varonil. Terminada la canción,<br />

permaneció sentado al piano, pensando en su voz.<br />

– No está mal, viejo amigo, no está nada mal –dijo Nino, detrás de él.<br />

Johnny se volvió. Nino estaba de pie en el vano de la puerta, solo. Su chica<br />

debía de encontrarse en otra parte, y Johnny se alegró de ello. No le importaba<br />

que su amigo lo oyera cantar.<br />

– Oye, Nino. Tenemos que deshacernos de las chicas. Diles que se marchen.<br />

– Díselo tú. Son buenas, y no quiero herir sus sentimientos. Además, a la mía<br />

la he “trabajado” ya dos veces. ¿Crees que puedo despedirla sin darle siquiera<br />

de cenar?<br />

Bueno, pues que se quedaran, pensó Johnny. Y que lo oyesen cantar, aunque<br />

lo hiciera mal. Telefoneó a un director de orquesta amigo suyo, que vivía en<br />

Palm Springs, y le pidió que le enviara una mandolina para Nino.<br />

– Pero hombre, Johnny –dijo el director–. Si aquí en California nadie toca la<br />

mandolina.<br />

– Es igual. Tú encuentra una y mándamela.<br />

En la casa había un equipo de grabación, y Johnny instruyó a las chicas para<br />

que se encargaran de regular los mandos de tono y volumen. Una vez<br />

terminada la cena, Johnny se puso a trabajar de inmediato. Con Nino<br />

acompañándolo a la mandolina, cantó todas sus viejas canciones. Lo hizo a<br />

pleno pulmón, y notó que su garganta no se resentía. Se sentía capaz de<br />

cantar horas y horas sin parar. Durante los meses en que no había podido<br />

cantar Johnny había pensado a menudo en cómo entonaría sus canciones si

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!