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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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estaba continuamente de mal humor, un mal humor que, lógicamente, le<br />

transmitía a Sonny.<br />

Además, Sonny sabía que estaba en la mira de sus enemigos, y eso le<br />

producía una tensión continua. Tenía que ser extraordinariamente cuidadoso<br />

en todos sus movimientos. Sus rivales habían descubierto que visitaba a Lucy<br />

Mancini, pero él había tomado toda clase de precauciones. En el apartamento<br />

de Lucy estaba completamente seguro. Aunque ella no lo sospechaba, los<br />

hombres del “regime” de Santino la vigilaban durante las veinticuatro horas del<br />

día, y cuando se desocupaba un apartamento de la planta en que vivía, lo<br />

alquilaban de inmediato.<br />

El Don se recuperaba y no tardaría en estar en condiciones de volver a asumir<br />

el mando. Entonces la balanza se inclinaría definitivamente del lado de los<br />

Corleone, pensaba Sonny. Es más, estaba seguro de ello. Entretanto, él se<br />

encargaría de velar por los intereses de la Familia, se ganaría la consideración<br />

de Don Corleone y cimentaría, dado que el cargo de Don no era hereditario,<br />

sus pretensiones como sucesor de su padre al frente del Imperio Corleone.<br />

Sin embargo, Sonny no contaba con los planes del enemigo. También éste<br />

había analizado la situación y llegado a la conclusión de que la única<br />

posibilidad de evitar la derrota era acabar con el hijo mayor de Don Corleone.<br />

Sabían que con Sonny no se podía negociar, al contrario que con el Don, a<br />

quien tenían por hombre muy razonable. Odiaban a Sonny Corleone por su sed<br />

de sangre, que consideraban bestial. Además, carecía del sentido de los<br />

negocios. Nadie deseaba la vuelta a los días de antaño, tan tumultuosos y<br />

sangrientos.<br />

Una noche, Connie Corleone recibió una llamada telefónica anónima. Una voz<br />

femenina preguntó por Carlo.<br />

– ¿Quién es usted? –inquirió Connie.<br />

Se oyó una risita irritante, y la voz respondió:<br />

– Soy una amiga de Carlo. Sólo quería decirle que no podré verle esta noche.<br />

Tengo que salir de viaje.<br />

– Zorra asquerosa. No eres más que una zorra asquerosa –gritó Connie.<br />

No pudo decir nada más, pues la desconocida había colgado.<br />

Aquella tarde, Carlo había ido a las carreras de caballos, y cuando llegó a casa<br />

estaba de pésimo humor, debido en parte a que había perdido mucho dinero y<br />

en parte a que había bebido más de la cuenta. Tan pronto como entró en el<br />

apartamento, Connie empezó a insultarlo. El se limitó a no hacerle caso y se<br />

dirigió al cuarto de baño para tomar una ducha. Cuando terminó, se secó<br />

delante de Connie y comenzó a vestirse para salir de nuevo.<br />

Furiosa y con las manos en jarras Connie gritó a su marido:<br />

– ¡No vas a ir a ningún sitio! Tu amiga telefoneó para decir que hoy no te<br />

espera. ¡Maldito cabrón! ¡Mira que dar mi número de teléfono a una zorra...!<br />

¡Te mataré, hijo de puta!

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