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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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A Kay le extrañó que Michael meditara tanto la respuesta, que para ella era<br />

absolutamente clara. Finalmente, Michael dijo:<br />

– No creo que debas hacerlo, Kay. No serviría de nada.' Connie seguiría<br />

preocupándose exactamente igual. Es algo que no tiene remedio.<br />

Kay no salía de su asombro. Consciente de que Michael siempre se mostraba<br />

algo frío con Connie, a pesar del afecto que ésta le demostraba, preguntó:<br />

– ¿Acaso culpas a Connie de la muerte de Sonny?<br />

– Desde luego que no. Es mi hermana menor y la quiero. Siento pena por ella.<br />

Carlo se ha reformado, pero no es el marido adecuado para mi hermana... Y<br />

ahora, no pienses más en ello.<br />

A Kay no le gustaba insistir, y no lo hizo. Además, sabía que la machaconería<br />

de nada servía con Michael, quien acabaría mostrando, si pretendía<br />

sonsacarle, una muy desagradable frialdad. Por otra parte, Kay sabía que ella<br />

era la única persona del mundo capaz de doblegar su voluntad, pero no<br />

ignoraba que si lo hacía demasiado a menudo perdería todo su ascendiente<br />

sobre él.<br />

Y sus dos años de vida en común le habían hecho amarle aun más.<br />

Le amaba porque siempre se mostraba gentil, no sólo con ella, sino con todo el<br />

mundo. Y nunca cometía arbitrariedades, ni siquiera en cosas de poca<br />

importancia. Había observado que ahora era un hombre poderoso, y que<br />

mucha gente acudía a su casa para hablar con él y pedirle favores, tratándole<br />

con deferencia y respeto. Pero una cosa le había sorprendido más que<br />

cualquier otra.<br />

Desde el mismo momento en que Michael regresó de Sicilia, todos los<br />

miembros de la Familia habían intentado convencerlo de que se hiciera operar<br />

el lado izquierdo de la cara. La madre de Michael, sobre todo, no cesaba de<br />

insistir en ello. Un domingo, mientras todos los Corleone estaban comiendo<br />

juntos, la anciana le espetó a Michael:<br />

– Pareces un gángster de película. Hazte operar. Si a ti no te importa, hazlo al<br />

menos por tu esposa. Será la única forma de que tu nariz deje de gotear como<br />

si fuera la de un irlandés borracho.<br />

El Don, desde la cabecera de la mesa, le preguntó a Kay:<br />

– ¿A ti te molesta?<br />

Kay negó con la cabeza. Entonces, el Don dijo a su esposa:<br />

– Michael ya no está a tu cuidado; lo de su cara no es problema que te<br />

concierna.<br />

La anciana no volvió a hablar del asunto. No porque temiera a su marido, sino<br />

porque habría sido una falta de respeto discutir delante de los demás.

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