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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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y estaban acostumbrados a pelear, pero no se atrevían a moverse. Llegó otro<br />

coche, ocupado por dos guardaespaldas de Sonny, quienes al ver lo que<br />

ocurría se quedaron quietos como todos los demás, aunque dispuestos a<br />

intervenir en el caso de que algún inconsciente se decidiera a ayudar a Carlo.<br />

Lo más penoso de todo era la absoluta sumisión de Carlo, si bien ésta quizá le<br />

salvó la vida. Seguía aferrado a la barandilla y sin devolver un solo golpe, a<br />

pesar de que era casi tan fuerte como su cuñado. En un momento dado Sonny<br />

pareció calmarse un poco. Jadeaba, al borde del agotamiento, y le dolían las<br />

manos de tanto golpear. Entonces, dirigiéndose al maltrecho Carlo, dijo:<br />

– Y ahora escúchame, maldito cabrón: si vuelves a pegar a mi hermana, te<br />

mataré. ¿Lo has oído?<br />

Estas palabras hicieron que disminuyese la tensión reinante. Si Sonny hubiera<br />

tenido intención de matarlo, no las habría pronunciado. Y bien que lamentaba<br />

Sonny no poder acabar con Carlo. Este no se atrevió a mirarlo. Mantenía la<br />

cabeza gacha, sus manos se aferraban todavía a la barandilla, y no se movió ni<br />

siquiera cuando su cuñado se hubo marchado. Coach, con su voz paternal, le<br />

dijo:<br />

– Venga, Carlo, entremos en la tienda. Sólo entonces Carlo Rizzi se atrevió a<br />

moverse. Al ponerse de pie vio que los muchachos que habían estado jugando<br />

lo miraban con la expresión propia de quienes han sido testigos de la<br />

degradación de un ser humano. Estaba semiinconsciente, pero más por el<br />

miedo que por los golpes. En realidad, no presentaba ninguna herida seria, a<br />

pasar de la lluvia de puñetazos que había recibido. Dejó que Coach le<br />

acompañara a la habitación trasera de la tienda, y una vez allí se aplicó hielo<br />

en el rostro, que si bien no sangraba estaba completamente enrojecido. El<br />

miedo que había pasado, unido a la humillación, lo hizo vomitar. Coach lo<br />

sostenía como si estuviera borracho. Luego lo ayudó a subir a la vivienda y a<br />

acostarse en uno de los dormitorios. Carlo no se había dado cuenta de la<br />

desaparición de su otro “escribiente”.<br />

Sally Rags había ido a la Tercera Avenida, y desde allí llamó a Rocco Lampone<br />

para contarle lo sucedido. Rocco acogió la noticia con calma y de inmediato<br />

telefoneó a su “caporegime”, Pete Clemenza. Éste exclamó:<br />

– ¡Ese maldito temperamento de Sonny!<br />

Pero antes de proferir esta exclamación había tapado con la mano el auricular,<br />

de modo que Lampone no lo oyó.<br />

Clemenza llamó a la mansión de Long Beach y pidió por Tom Hagen, quien<br />

tras enterarse de lo ocurrido hizo una pausa y dijo:<br />

– Envía algunos coches a la carretera de Long Beach, sólo por si Sonny se ve<br />

envuelto en algún accidente de tráfico o en una discusión con algún conductor.<br />

Cuando se enfada no es dueño de sus actos. Además, es posible que nuestros<br />

“amigos” se hayan enterado de que está en la ciudad. Nunca se sabe.<br />

En tono de duda, Clemenza contestó:

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