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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– ¿Por qué no deja que le eche un vistazo a su garganta?<br />

– Tengo prisa, lo siento.<br />

Niño Valenti dirigió a Jules un guiño de complicidad y dijo:<br />

– Se trata de una garganta de un millón de dólares, no apta para médicos de<br />

cuarta categoría. Jules, siguiendo la broma, dijo:<br />

– Pero yo no soy un médico de cuarta categoría. Era el mejor cirujano y<br />

especialista en diagnosis de mi promoción. Tuve la desgracia de que<br />

descubrieran que había practicado un aborto y...<br />

Como Jules esperaba, Fontane y Valenti comenzaron a tomárselo en serio. Al<br />

admitir su delito, inspiraba confianza en su pretensión de ser altamente<br />

competente. Valenti fue el primero en reaccionar.<br />

– Si Johnny no puede utilizar sus servicios, sí puede hacerlo una chica que<br />

conozco. Pero no es la garganta lo que le duele.<br />

Fontane, nervioso, preguntó a Jules:<br />

– ¿Tardará mucho? –Diez minutos.<br />

Era mentira, pero creía que en ocasiones había que mentir a la gente. Decir la<br />

verdad y la práctica de la medicina no se avenían muy bien, excepto, tal vez,<br />

en casos de extrema gravedad.<br />

– Adelante, pues –dijo Fontane, con voz más ronca que antes, debido al miedo.<br />

Jules pidió una enfermera y una sala de consulta. No disponía de todos los<br />

instrumentos que precisaba, pero se las arreglaría. En menos de diez minutos<br />

supo que en las cuerdas vocales de Fontane se había formado un tumor. No<br />

era difícil apreciarlo, y el incompetente de Tucker debería haberse dado cuenta.<br />

Quizá ni siquiera fuese médico, y si lo era merecía que le retiraran la licencia.<br />

Jules, completamente concentrado en su trabajo, se acercó al teléfono y pidió<br />

por el laringólogo del hospital. Luego, dirigiéndose a Niño Valenti, dijo:<br />

– Me temo que esto va para largo. Será mejor que se vaya.<br />

Fontane lo miró con expresión de desconfianza.<br />

– Oiga ¿es que piensa que va a retenerme aquí? No voy a dejarle jugar con mi<br />

garganta, medicucho.<br />

– Es usted muy dueño de hacer lo que le plazca –replicó Jules–, pero le<br />

advierto que tiene un tumor en la laringe. Si permanece aquí durante unas<br />

horas, sabremos si es maligno o no, y podremos decidir sobre la conveniencia<br />

de extirparlo o si bastará con seguir un tratamiento. Puedo darle el nombre del<br />

mejor especialista del país, que esta misma noche podría llegar aquí en avión,<br />

pagando usted, claro está. Ahora, decida lo que le conviene; permanecer aquí<br />

o marcharse con su amigo. Claro que también puede seguir confiando, como<br />

hasta ahora, en un médico incompetente. Si el tumor es maligno, llegará el<br />

momento en que deberán extirparle la laringe, pues en caso contrario moriría

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