29.03.2013 Views

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

el brazo ilegal de los ricos, e incluso en la policía auxiliar de la estructura<br />

política y legal. Se había convertido en una degenerada estructura capitalista,<br />

anticomunista y antiliberal, que imponía sus tributos en todos los negocios, por<br />

pequeños que éstos fueran.<br />

Michael Corleone comprendió por vez primera por qué hombres como su padre<br />

habían preferido convertirse en ladrones y asesinos, antes que en miembros de<br />

la sociedad legalmente establecida. La pobreza, el miedo y la degradación eran<br />

demasiado terribles para que un hombre enérgico pudiera soportarlos. Y<br />

algunos emigrantes sicilianos habían supuesto que en América encontrarían<br />

una autoridad igualmente cruel.<br />

El doctor Taza se ofreció a llevar a Michael a Palermo – la visita semanal–,<br />

pero éste declinó la invitación. Su precipitado viaje a Sicilia no le había<br />

permitido hacerse curar debidamente la mandíbula, por lo que llevaba en el<br />

lado izquierdo de la cara un recuerdo del capitán McCluskey. Los huesos se<br />

habían soldado mal, dando a su rostro un aspecto siniestro. Siempre le había<br />

preocupado su aspecto, por lo que se sentía desgraciado. El dolor, en cambio,<br />

no le importaba en absoluto, sobre todo desde que el doctor Taza le había<br />

proporcionado unas píldoras calmantes. Además, se había ofrecido a operarlo,<br />

pero Michael rehusó. Llevaba allí el tiempo suficiente para saber que el doctor<br />

Taza probablemente fuera el peor médico de Sicilia. Era un hombre que leía de<br />

todo, excepto libros de medicina, de la que él mismo confesaba no entender<br />

nada en absoluto. Había aprobado sus exámenes gracias a los buenos oficios<br />

del más importante jefe mafioso de Sicilia, que había viajado especialmente a<br />

Palermo para indicar a los profesores las notas que debían poner al alumno<br />

Taza, lo que constituía una demostración más de que la Mafia era un cáncer<br />

para la sociedad siciliana. El mérito nada significaba, ni tampoco el talento o el<br />

trabajo. El Padrino mafioso le daba a uno su profesión como si de un regalo se<br />

tratara. Michael disponía de mucho tiempo para pensar. Durante el día<br />

paseaba constantemente acompañado por dos de los pastores de Don<br />

Tommasino. Los pastores de la isla eran a menudo reclutados como asesinos a<br />

sueldo, por lo que realizaban su trabajo sencillamente para ganarse la vida.<br />

Michael pensaba en la organización de su padre. Si seguía prosperando, se<br />

convertiría en un cáncer similar a la Mafia de la isla. Sicilia era ya una tierra de<br />

fantasmas; sus hombres emigraban a todos los países, en su ansia de ganarse<br />

el pan o el deseo de escapar a la muerte, pues el solo hecho de ejercer las<br />

libertades políticas y económicas bastaba para ser condenado.<br />

Lo que más maravillaba a Michael era la sorprendente belleza del paisaje. Con<br />

frecuencia paseaba entre los naranjales, que formaban umbrosas y profundas<br />

cavernas de las que salía un agua pura y fresca, que brotaba de piedras<br />

horadadas desde hacía siglos. Había muchas casas parecidas a las antiguas<br />

villas romanas, con enormes portales de mármol y grandes habitaciones<br />

abovedadas, que estaban en ruinas o habitadas por rebaños de ovejas. En el<br />

horizonte, los verdes campos brillaban a la luz del sol crepuscular, dando al<br />

paisaje un aspecto inenarrable. Y a veces, Michael llegaba hasta la localidad<br />

de Corleone, situada al pie de una montaña, donde vivían mil ochocientas<br />

personas y en la que el año último habían sido asesinadas más de sesenta.<br />

Parecía como si la muerte se hubiese enseñoreado de Corleone. Más allá del<br />

pueblo, el bosque de Ficuzza rompía la salvaje monotonía de la llanura.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!