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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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no es un gángster. Le conozco mucho mejor que cualquier otra persona,<br />

incluidos ustedes. Es un hombre demasiado sensible para hacer algo tan<br />

horrible. Es la persona más amante de la ley que conozco y, que yo sepa,<br />

jamás ha dicho una sola mentira.<br />

El detective John Phillips, siempre cortés, preguntó:<br />

– ¿Cuánto tiempo hace que lo conoce?<br />

– Más de un año.<br />

Kay quedó sorprendida al ver que los dos hombres esbozaban una sonrisa.<br />

– Creo que hay algunas cosas que debería usted saber –dijo Phillips–. La<br />

noche en que se encontró con usted Michael Corleone fue al hospital. Al salir<br />

tuvo un incidente con un capitán de la policía que había ido al mismo hospital<br />

en misión de servicio. Agredió al oficial, pero llevó la peor parte.<br />

Concretamente, la discusión le costó una rotura de mandíbula y la pérdida de<br />

algunos dientes. Sus amigos lo llevaron a la finca que la familia Corleone posee<br />

en Long Beach. La noche siguiente al incidente el capitán con el que se había<br />

peleado el día anterior fue asesinado, y Michael Corleone desapareció.<br />

Tenemos nuestros contactos, nuestros informadores. Todos coinciden en<br />

señalar a Michael Corleone, pero carecemos de pruebas. El camarero que fue<br />

testigo de los asesinatos es incapaz de identificarlo mediante una fotografía,<br />

pero tal vez podría reconocerlo personalmente. También tenemos al conductor<br />

del automóvil de Sollozzo, que se niega a hablar, pero lograríamos' hacerle<br />

cantar si tuviéramos a Michael Corleone en nuestro poder. Así pues, todos<br />

nuestros hombres lo están buscando, al igual que está haciendo el FBI. Hasta<br />

ahora no hemos tenido suerte. Por eso hemos pensado que tal vez usted<br />

podría ayudarnos.<br />

– No creo una sola de sus palabras –dijo Kay, fríamente. No obstante, se<br />

sentía un poco inquieta, pues lo de la mandíbula y los dientes quizá fuera<br />

cierto. Aun así, se negaba a creer que su Mike fuera un asesino.<br />

– Si sabe algo ¿nos lo comunicará? –preguntó Phillips.<br />

Kay negó con la cabeza. El otro policía, Siriani, dijo en tono rudo:<br />

– Sabemos que usted y Michael tienen relaciones íntimas. Contamos con<br />

testigos y, además, los registros del hotel no mienten. Si proporcionamos esta<br />

información a los periódicos, su padre y su madre se sentirán muy<br />

avergonzados ¿no lo cree, señorita? Unas personas tan respetables como ellos<br />

no podrían resistir la noticia de que su hija es la amante de un gángster. Si<br />

insiste en no hablar, voy a llamar ahora mismo a su padre.<br />

Kay lo miró con expresión de sorpresa. Luego se levantó y abrió la puerta del<br />

estudio. Vio a su padre de pie junto a la ventana de la sala, fumando su pipa.<br />

– Papá ¿puedes venir un momento?<br />

El señor Adams entró en el estudio. Pasó el brazo alrededor de la cintura de su<br />

hija y dijo:

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