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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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hijos, y quiero que permanezcas allí. Connie recibirá una asignación periódica.<br />

Eso es todo. Pero no insistas en que eres inocente, no insultes mi inteligencia.<br />

Ahora dime: ¿quién fue el que te hizo la proposición, Tattaglia o Barzini?<br />

Carlo Rizzi, en su angustiosa esperanza de conservar la vida, y aliviado por<br />

saber que no lo matarían, murmuró:<br />

– Barzini.<br />

– Bien, bien –dijo Michael con voz apenas audible–. Ahora quiero que te<br />

marches. Hay un coche esperando para llevarte al aeropuerto.<br />

Carlo salió el primero, seguido muy de cerca por los otros tres hombres. Ya era<br />

de noche, pero la finca estaba intensamente iluminada, como de costumbre. Un<br />

coche se acercaba, y Carlo se dio cuenta de que era el suyo. No pudo<br />

reconocer al conductor ni tampoco a la persona que estaba sentada en el<br />

asiento trasero. Lampone abrió la puerta delantera y con un gesto indicó a<br />

Carlo que entrara.<br />

– Llamaré a tu esposa y le diré que vas para allá –dijo Michael.<br />

Carlo entró en el automóvil. Su camisa de seda estaba empapada de sudor.<br />

El coche se puso en marcha, dirigiéndose rápidamente hacia la entrada de la<br />

finca. Carlo empezó a volver la cabeza para ver si conocía al hombre que iba<br />

sentado detrás de él, pero en ese momento, Clemenza, con el mismo cuidado<br />

con que una niña pondría un lazo en la cabeza de una muñeca, pasó una<br />

cuerda alrededor del cuello de Carlo Rizzi y apretó con fuerza. La cuerda<br />

mordía la piel del poderoso cuello de Rizzi, que buscaba desesperadamente un<br />

poco de aire. De pronto, el interior del coche se llenó de un desagradable olor.<br />

La proximidad de la muerte hizo que Carlo perdiera el control de los esfínteres.<br />

Clemenza siguió apretando durante unos minutos más, y luego, cuando estuvo<br />

seguro de que el trabajo estaba hecho, se metió la cuerda en el bolsillo. Se<br />

arrellanó en su asiento, mirando el cuerpo sin vida de Carlo, que había caído<br />

contra la puerta. Después de unos momentos, Clemenza bajó el cristal de la<br />

ventanilla para que entrara un poco de aire fresco y puro.<br />

La victoria de la familia Corleone fue completa. En apenas veinticuatro horas,<br />

Clemenza y Lampone castigaron a los que se habían infiltrado en los dominios<br />

de los Corleone. Neri se convirtió en jefe del regime de Tessio. Los corredores<br />

de apuestas de Barzini fueron puestos fuera de la circulación. Dos de los<br />

miembros más importantes de la Familia de éste murieron acribillados a<br />

balazos mientras se lavaban los dientes, después de cenar, en un restaurante<br />

italiano de la calle Mulberry. Un conocido corredor de apuestas fue asesinado<br />

cuando regresaba a su casa, después de salir del hipódromo. Dos de los más<br />

grandes usureros de los muelles desaparecieron, para ser encontrados meses<br />

más tarde en las ciénagas de Nueva Jersey.<br />

Con este único y salvaje ataque, Michael Corleone consiguió el respeto de todo<br />

el mundo y devolvió a los Corleone la primacía entre las Familias de Nueva<br />

York. Fue respetado no sólo por su brillantez táctica, sino también porque<br />

algunos de los más importantes caporegimi de los Barzini y los Tattaglia se<br />

pasaron de inmediato a su bando.

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