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Mario%20Puzo%20-%20El%20Padrino

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– Podías haberme escrito, podías haber confiado en mí –dijo Kay, acurrándose<br />

contra su cuerpo–. Habría practicado la “oferta” de Nueva Inglaterra. Los<br />

yanquis somos muy reservados.<br />

Michael rió quedamente y dijo:<br />

– Jamás imaginé que me esperarías después de lo que sucedió.<br />

– Nunca creí que hubieras matado a aquellos dos hombres. A pesar de que tu<br />

madre, por la forma en que me hablaba, me hizo dudar, en realidad nunca lo<br />

creí. Te conozco demasiado bien.<br />

En la oscuridad de la habitación, Kay oyó que Michael suspiraba.<br />

– Si lo hice o no lo hice, es algo que no importa. Eso es lo que quiero que<br />

comprendas.<br />

A Kay le asombró el tono gélido de su voz.<br />

– Dímelo claramente ¿fuiste o no fuiste tú? –inquirió.<br />

Michael se sentó en la cama y encendió un cigarrillo.<br />

– Si te pidiera que te casaras conmigo ¿tendría que responder a esta pregunta<br />

antes de que me contestaras?<br />

– Te quiero, Michael, y eso es lo único que me importa. Y si tú me quisieras, no<br />

tendrías miedo de decirme la verdad. No temerías que pudiera denunciarte a la<br />

policía. ¿Que eres un gángster? Me tiene sin cuidado. En cambio, lo que sí me<br />

preocupa es el hecho de que no me amas. Y lo prueba el que ni siquiera me<br />

telefonearas a tu regreso.<br />

Un poco de ceniza del cigarrillo de Michael cayó sobre la desnuda espalda de<br />

Kay, quien, al sentir la quemadura, dijo, bromeando:<br />

– Deja de torturarme; no hablaré.<br />

Michael no se rió. En voz baja y átona, dijo:<br />

– Cuando llegué a casa no sentí auténtica alegría al ver a mis padres, a mi<br />

hermana Connie o a Tom. Me gustó volver a estar con ellos, por supuesto, pero<br />

nada más. En cambio, esta noche, al verte a ti en la cocina, he sentido una<br />

alegría enorme. ¿Es eso lo que tú entiendes por amor?<br />

– Más o menos –repuso Kay.<br />

Volvieron a hacer el amor. Esta vez, Michael fue más tierno. Y cuando hubieron<br />

terminado, él saltó del lecho para ir al bar, a preparar una nueva bebida para<br />

ambos. Al volver al dormitorio, se sentó en un sillón, frente a la cama.<br />

– Hablemos en serio, Kay. ¿Deseas casarte conmigo? Ella sonrió y le señaló la<br />

cama. Michael le devolvió la sonrisa y prosiguió:<br />

– Hablo en serio. No puedo contarte lo que ocurrió. Ahora trabajo para mi<br />

padre. Me estoy preparando para hacerme cargo del negocio de importación de

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