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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

La lección sobre «La pregunta fundamental de la<br />

filosofía» d<strong>el</strong> semestre d<strong>el</strong> verano de 1933<br />

La lección de Martin <strong>Heidegger</strong> sobre «La pregunta fundamental<br />

de la filosofía» es, por cierto, la contribución más importante que<br />

aparece en los textos hasta ahora comentados. El escrito original se<br />

ha conservado, pero por <strong>el</strong> momento es inaccesible. Las citas que<br />

daremos están extraídas de notas textuales, aunque fragmentarias,<br />

tomadas por personas que asistieron a la lección y que se conservan<br />

en los archivos de Héléne Weiss, administrados por E. Tugendhat en<br />

Berlín. Si bien no tienen <strong>el</strong> carácter de citas en <strong>el</strong> sentido estricto d<strong>el</strong><br />

término, hacemos uso de <strong>el</strong>las debido a su gran interés y con las<br />

reservas d<strong>el</strong> caso.<br />

La lección comienza con una reflexión-declaración acerca de las<br />

experiencias de los estudiantes al comienzo de la revolución<br />

nacionalsocialista.<br />

La juventud estudiantil captó la importancia d<strong>el</strong> momento histórico que<br />

atraviesa, desde hace semanas, <strong>el</strong> pueblo alemán. ¿Qué es lo que está a punto de<br />

producirse El pueblo alemán se reencuentra a sí mismo y descubre una gran<br />

conducción (Führung). Gracias a ésta, <strong>el</strong> pueblo, que se ha reencontrado, crea su<br />

Estado. El pueblo que adquiere forma en su Estado crece y se <strong>el</strong>eva hasta abarcar<br />

su propia nación. Y esta nación asume <strong>el</strong> destino de su pueblo. Como pueblo,<br />

conquista su misión espiritual entre otros pueblos y forja su historia. Pero este<br />

proceso es un vasto movimiento que lleva lejos, hacia <strong>el</strong> difícil acontecer de un<br />

porvenir todavía oscuro. Para favorecer este acontecer, hoy la juventud estudiantil<br />

alemana se ha puesto en marcha. Responde a su vocación. Y esto quiere decir que<br />

está animada por la voluntad de encontrar la disciplina y la educación que la harán<br />

madura y fuerte para asumir <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de guía espiritual y política que le está<br />

reservado a la generación d<strong>el</strong> futuro, y d<strong>el</strong> que será investida a su debido momento<br />

por <strong>el</strong> pueblo, por <strong>el</strong> Estado, entre todos los pueblos d<strong>el</strong> mundo. Todo mandato<br />

grande y auténtico está impulsado por la fuerza de un destino (Bestimmung)<br />

fundamentalmente oculto. Esta voluntad, a fin de cuentas, no es más que la misión<br />

político espiritual de un pueblo. Lo que se trata de despertar, de arraigar en <strong>el</strong><br />

corazón y en la voluntad d<strong>el</strong> pueblo y de cada uno de aqu<strong>el</strong>los que lo constituyen es<br />

<strong>el</strong> saber r<strong>el</strong>ativo a esta misión.<br />

Un saber semejante no se obtiene a través d<strong>el</strong> mero conocimiento de la<br />

situación política actual d<strong>el</strong> pueblo, este saber es indispensable pero no es decisivo.<br />

El saber r<strong>el</strong>ativo a la misión político espiritual d<strong>el</strong> pueblo alemán es un saber<br />

vinculado a su futuro y este saber sobre <strong>el</strong> futuro no coincide con <strong>el</strong> saber profético<br />

de lo que, llegado <strong>el</strong> día, habrá de producirse. No es una anticipación d<strong>el</strong> saber de<br />

lo que las generaciones futuras, algún día, habrán de experimentar como presente.<br />

Semejante saber profético —f<strong>el</strong>izmente— nos está prohibido, porque si pudiéramos<br />

acceder a él, estropearía, ahogaría toda acción. El saber r<strong>el</strong>acionado con esta<br />

misión es un saber exigente. Es <strong>el</strong> saber exigente de aqu<strong>el</strong>lo que es necesario,<br />

antes que cualquier cosa y en lugar de cualquier otra cosa, para que un pueblo<br />

pueda <strong>el</strong>evarse a la grandeza espiritual que le es propia. Exigir, batallar, venerar —<br />

estas tres cosas se sintetizan en una única— constituyen esta gran inquietud, que<br />

debe conducirnos a forjar nuestro propio destino. Somos en tanto y en cuanto<br />

exigimos, batallamos y veneramos, en este orden. Somos en tanto y en cuanto nos<br />

busquemos a nosotros mismos. Y nos buscamos en tanto y en cuanto nos<br />

interrogamos acerca de lo que somos. ¿Cuál es este pueblo, cuál es esa historia y<br />

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