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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

Universidad de Friburgo, Martin <strong>Heidegger</strong>, <strong>el</strong> rector de la Universidad<br />

de Gotinga, Friedrich Neumann, <strong>el</strong> rector de la Universidad de<br />

Hamburgo, Eberhard Schmidt y los profesores Hirsch, Pinder (Munich)<br />

y Sauerbruch (Berlín). Schneeberger 223 ha sido <strong>el</strong> primero en obtener<br />

informaciones sobre la ceremonia y sobre la participación de<br />

<strong>Heidegger</strong> en esta manifestación. El discurso de <strong>Heidegger</strong> comienza<br />

así:<br />

¡Docentes y camaradas alemanes!<br />

¡Compatriotas alemanes!<br />

El pueblo alemán ha sido llamado a votar por <strong>el</strong> Guía (Führer); pero <strong>el</strong><br />

Führer nada pide d<strong>el</strong> pueblo, más bien da al pueblo la posibilidad de la más <strong>el</strong>evada<br />

decisión libre: (saber) si <strong>el</strong> pueblo entero quiere su propia existencia o no. El<br />

pueblo, mañana, no <strong>el</strong>ige sino su porvenir.<br />

Es imposible comparar este voto con <strong>el</strong> conjunto de los procesos <strong>el</strong>ectorales<br />

que han tenido lugar hasta ahora. Lo que tiene de único y singular este voto es la<br />

grandeza simple de la decisión (Entscheidung) a tomarse. El carácter implacable de<br />

lo simple y de lo último no tolera que se lo sopese ni que se vacile. Esta decisión<br />

última llega hasta los límites extremos de la existencia de nuestro pueblo. ¿Y cuál<br />

es esta frontera Consiste en la exigencia original (Urforderung) de todo Ser, que<br />

preserva y asegura su propia esencia. Se tiende así una barrera entre lo que se<br />

puede esperar de un pueblo y lo que no se puede esperar de él. Por esta ley<br />

fundamental d<strong>el</strong> honor, <strong>el</strong> pueblo alemán conserva la dignidad y la determinación<br />

de su vida. La voluntad de asumir las responsabilidades por sí mismo no es<br />

solamente la ley fundamental (Grundgesetz) sino la puesta en marcha (Erwirkung)<br />

de su Estado nacionalsocialista. A partir de esta voluntad de asumir por sí mismo<br />

sus propias responsabilidades, <strong>el</strong> trabajo de cada estamento social (Stand), tanto<br />

en las grandes como en las pequeñas cosas, se encuentra situado en <strong>el</strong> lugar y en<br />

<strong>el</strong> rango de su determinación, cuya necesidad es para todos igual. El trabajo de los<br />

cuerpos de profesionales (Stände) sostiene y consolida <strong>el</strong> edificio (Gefüge) viviente<br />

d<strong>el</strong> Estado; es <strong>el</strong> trabajo lo que reconquista para <strong>el</strong> pueblo su ligazón al su<strong>el</strong>o<br />

(Bodenständigkeit), <strong>el</strong> trabajo sitúa este Estado como realidad d<strong>el</strong> pueblo en <strong>el</strong><br />

campo de acción de todas las fuerzas esenciales de la existencia humana.<br />

Para analizar la r<strong>el</strong>ación pueblo-Führer, <strong>Heidegger</strong> se vale de<br />

los conceptos fundamentales de Ser y Tiempo. Pero en lugar de<br />

aprehender <strong>el</strong> fenómeno d<strong>el</strong> «estado d<strong>el</strong> resu<strong>el</strong>to» a partir de la<br />

existencia individual, <strong>el</strong> pueblo es puesto frente a sí mismo y debe<br />

tomar partido: <strong>el</strong>egirse o negarse. Para <strong>Heidegger</strong>, como para todas<br />

las formas filosóficas y políticas que asume <strong>el</strong> fascismo, esta<br />

posibilidad de <strong>el</strong>egir no se origina en <strong>el</strong> pueblo mismo sino por la<br />

mediación trascendental y constitutiva d<strong>el</strong> Führer. Ciertamente, para<br />

Martin <strong>Heidegger</strong> <strong>el</strong> «pueblo» es «sagrado» en la medida en que de él<br />

emerge la figura d<strong>el</strong> Führer, pero sólo dando a luz a su guía <strong>el</strong> pueblo<br />

tiene la posibilidad objetiva de reconocerse en él y alcanzar su propia<br />

identidad; la otra posibilidad —igualmente esencial— es no reconocer<br />

a este Führer y negarse la identidad. Sin embargo, <strong>el</strong> pueblo nunca<br />

puede ser, por sí solo, causa «suficiente» de su propia realidad. Sólo<br />

gracias al Führer y —en él— <strong>el</strong> pueblo puede ser lo que debe ser, un<br />

«sujeto» activo en <strong>el</strong> proceso de su realización.<br />

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