Farias Victor, Heidegger y el nazismo
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Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
de la vida filosófica alemana. En la Frankfurter Zeitung d<strong>el</strong> 25 de<br />
enero de 1929, <strong>el</strong> comentarista Krakauer escribía, a propósito de una<br />
conferencia de <strong>Heidegger</strong> en Francfort, en la Sociedad Kant, sobre <strong>el</strong><br />
tema «Antropología filosófica y metafísica de la existencia»:<br />
«Señalemos, para terminar, que la personalidad d<strong>el</strong> conferenciante<br />
atrajo a una multitud considerable de oyentes que, sin lugar a dudas,<br />
no eran versados en los problemas de la filosofía pero que, de todas<br />
maneras, se atrevían a penetrar en <strong>el</strong> complejo mundo de las<br />
definiciones y distinciones más sutiles».<br />
Nada tiene de sorprendente, pues, que la llegada de <strong>Heidegger</strong><br />
a Friburgo haya sido un acontecimiento importante para <strong>el</strong> pequeño<br />
mundo d<strong>el</strong> país de Bade. La posibilidad de que <strong>el</strong> joven pero ya<br />
célebre filósofo abandonara nuevamente «su tierra» se convirtió en<br />
una cuestión, por así decirlo, pública, importante para los medios<br />
culturales de la región. Evidentemente, <strong>el</strong> hecho tenía consecuencias<br />
políticas muy claras. La posición de <strong>Heidegger</strong> presentaba ya en esa<br />
época rasgos de radicalismo muy manifiestos, conocidos por <strong>el</strong><br />
público. Él mismo había contribuido a hacerlo saber en <strong>el</strong> famoso<br />
encuentro de Davos, donde se había medido con Ernst Cassirer. La<br />
esposa de este último, por otra parte, había emitido un juicio brusco:<br />
«No ignoramos su antisemitismo». 185 También merece la pena<br />
mencionar la anécdota narrada a Schneeberger por uno de los<br />
participantes en <strong>el</strong> encuentro: «Durante las discusiones intervino un<br />
hombre que sufría problemas nerviosos graves y visibles,<br />
consecuencia de su participación como soldado en la Primera guerra<br />
mundial. Como <strong>el</strong> individuo sostuvo que la única tarea de la filosofía,<br />
en <strong>el</strong> siglo xx, era impedir una nueva guerra, <strong>Heidegger</strong> le respondió<br />
con desdén, muy tranquilamente, diciéndole que los tiempos<br />
presentes sólo podían ser superados con dureza. En todo caso, él<br />
mismo (<strong>Heidegger</strong>) había vu<strong>el</strong>to sano de la guerra». 186 La<br />
importancia de semejante declaración no es despreciable. Frente a un<br />
público que incluía a ilustres representantes de la vida int<strong>el</strong>ectual<br />
europea, definía, en efecto, una posición idéntica a la de la aposición<br />
militarista de derechas, antiliberal y antirrepublicana, y que, en esa<br />
época, intensificaba su lucha contra la República de Weimar con la<br />
intención de desestabilizarla de manera definitiva.<br />
El conjunto de las circunstancias y las motivaciones d<strong>el</strong> rechazo<br />
de <strong>Heidegger</strong> a establecerse en Berlín queda parcialmente esclarecido<br />
por la c<strong>el</strong>ebración en Karlsruhe, d<strong>el</strong> 11 al 14 de julio de 1930, d<strong>el</strong><br />
«Día de la patria badense». Al igual que otras personalidades, entre<br />
las cuales se encontraban las más representativas d<strong>el</strong> mundo político<br />
y cultural badense de la época, <strong>Heidegger</strong> participó en esa<br />
manifestación: leyó allí su escrito De la esencia de la verdad. El<br />
discurso de apertura fue pronunciado por <strong>el</strong> escritor Heinrich Berl,<br />
quien expuso, de forma clara, las connotaciones políticas de ese<br />
congreso, organizado precisamente en <strong>el</strong> contexto d<strong>el</strong> «momento<br />
histórico de la liberación de los territorios ocupados», es decir, de los<br />
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